Sociedad
La «terapia sexual» de Paco Sanz
Tras comprar lencería cara con los donativos, el estafador de los 2.000 tumores gastó 300 euros en una «clínica de sexología».
Tras comprar lencería cara con los donativos, el estafador de los 2.000 tumores gastó 300 euros en una «clínica de sexología».
Allá por el año 2012, cuando ya muchos españoles le daban dinero para esquivar la muerte, Paco Sanz, conocido como «el hombre de los 2.000 tumores», entró en una tienda de la cara lencería femenina de Victoria’s Secret sacó la tarjeta y compró usando sus donativos. Meses después, concretamente los días 21 de enero, 7, 14, 18 y 21 de febrero de 2013, acudió en Valencia a una clínica de sexología y abonó 300 euros. Así consta en los extractos de su tarjeta de crédito a los que ha tenido acceso en exclusiva LA RAZÓN. Puede que tuviese alguna disfunción, una infección o que la «clínica» o el «instituto», de los que no consta el nombre concreto, sean un eufemismo de otro tipo de servicio.
Paco Sanz vivía del cuento. Un cuento terrible y despiadado. Delante de la cámara dibujaba su cara de tristeza y, desesperado, explicaba que su esperanza de vida no superaba los seis meses «debido a este maldito cáncer genético», se lamentaba. Su siguiente mensaje siempre apelaba a la empatía: sólo la generosidad de los españoles podía regalarle algo de vida.
Engañó a 8.000 ciudadanos que se apiadaron de su sufrimiento. Sin saberlo estaban sufragando una vida de lujo y despilfarro. Cualquier cosa que puedan imaginar Paco Sanz la pagaba con donaciones. Cada día al despertar se lavaba la boca con pasta de dientes comprada en el Corte Inglés en una de las más de las 200 veces que lo visitó durante los últimos años; se vestía con ropa de Guess, Northface, Bimba y Lola y un largo etcétera de marcas; los zapatos de Timberland, el reloj de Cartier, la compra en Alcampo, Makro, Aldi, Carrefour o Consum; si quería comer de restaurante elegía Fosters Hollywood, Vips, Tony Romans, Tommy Mells; amparado detrás de una gafas de Hugo Boss y perfumado con colonia de la misma marca, salía de marcha por Madrid y pagaba con tarjeta las copas en la discoteca Gabana; si su plan de ocio era cine, elegía Kinépolis de Paterna; el canal de televisión HBO España para disfrutar de las series y las películas; la gasolina o las compras de última hora las hacía en la estación de servicio de Galp de la Eliana; los billetes de Renfe, hoteles, peajes, parking, facturas de teléfono, gas, agua, la electricidad... todo, todo lo pagaba con donaciones. Hasta 10.000 movimientos registran sus tarjetas de crédito.
Desde que se enamoró de Lucía, su novia de 19 años, se sumó a la estafa. Le ayudaba a grabar vídeos y le daba recomendaciones de cómo provocar más pena y aumentar los ingresos. «Necesitamos es que nos den la VISA (...). Tú lo que quieres es su dinero, billetitos morados», se reía durante las tomas falsas.
Según la investigación: «Se demuestra que Paco Sanz ha desviado una cantidad importante de dinero de la cuenta en la que recibe ayuda económica para el tratamiento de su enfermedad para que su actual pareja Lucía Carmona Castaño hago uso del mismo a título lucrativo».
De hecho, los agentes de la Comisaría de Puente de Vallecas cifran en 22.645 euros el dinero que la joven sevillana recibió en su cuenta.
El sonrojante despilfarro, que queda constado en los apuntes bancarios de Paco Sanz, se mezcla con los generosos ingresos de miles de españoles que al hacer su aportación dejaron por escrito mensajes de apoyo en la casilla de «concepto»: «A por todas Paco», «Ayuda para el tratamiento de tu enfermedad», «¡Lo vas a conseguir!», «Un abrazo de la familia Pérez», «Cuando te recuperes me invitas a un cortado y en paz» o «No puedo dar más, pero espero que te sirva de ayuda». Esta transferencia corresponde a Sonia Cruz que le ingresó cinco euros en enero del año 2011.
Denuncia
Un mes antes, el 5 de diciembre de 2010, aparece el ingreso del primer estafado. Se llama Melchor y es Policía Nacional. LA RAZÓN lo ha localizado. «¿Fui el primero? ¡Qué honor! Me lo creí entero». Se ríe quizá como método de defensa. El recuerdo de su estafa le queda lejos aunque logra hacer memoria: «Le conocí por Facebook. Estuvimos charlando y me dio mucha pena. Le ingresé 50 euros y luego 20 más. Me acuerdo que cuando saltó el escándalo del caso Nadia pensé: ¡Qué daño va a hacer esto a Paco! ¡Pobrecillo! Con lo buena gente que es. Y de repente salió en Antena 3 que lo estaban deteniendo. No me lo podía creer. Me comí sus mentiras con patatas».
Melchor no sabe sí denunciará, pero muchas otras víctimas que quieren denunciar se han agrupado bajo el paraguas del despacho de abogados Iuris & Factor que les representa de forma gratuita.
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