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Las trágicas consecuencias de la talidomida

La Razón
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La talidomida era un sedante que comenzó a venderse a partir de 1957 y que se administraba como complemento inocuo para tratar las náuseas, la ansiedad, el insomnio y los vómitos matutinos de las embarazadas, pero que causó graves malformaciones en los fetos, informa Efe.

Así la presentan las víctimas de la talidomida en España en la demanda interpuesta contra la farmacéutica Grünenthal, a la que piden en el juicio que ha comenzado hoy en un juzgado de Madrid 204 millones de euros en concepto de indemnización.

El fármaco se empezó a vender masivamente en 1957 como sedante y para paliar las náuseas y mareos de las embarazadas, y se distribuyó como "absolutamente seguro y carente de todo riesgo bajo decenas de nombres comerciales", según las víctimas.

Pero meses después de ser administrado a las pacientes, comenzaron a hacerse cada vez más frecuentes nacimientos de niños con graves malformaciones y ausencia de extremidades.

Médicos y científicos establecieron pronto la relación entre la talidomida y esas malformaciones y comenzaron a dar la voz de alarma, que según las víctimas "fueron desoídas".

No fue hasta el 11 de noviembre de 1961 cuando el pediatra alemán Widukind Lenz (1919-1995) vio con claridad que la causante de todas esas malformaciones era la talidomida.

A finales de 1961, las evidencias de los efectos teratogénicos de la talidomida eran tales que fue retirada del mercado en Alemania.

Para ese momento, miles de niños habían nacido en todo el mundo con "gravísimas malformaciones", según la Asociación de Víctimas de la Talidomida (AVITE).

"Eran bebés -dicen las víctimas- que de no haber sido expuestos a la toxicidad del fármaco en el seno materno hubieran nacido sanos. Muchos de ellos murieron, bien porque la talidomida les afectó gravemente al cerebro y al corazón y otros órganos internos vitales, bien porque se suicidaron con el paso de los año, por no poder sobrellevar su carga".

Pero otros muchos superaron todos los obstáculos, llegaron a adultos y están ahora representados en el juicio.

Como consecuencia de estos hechos, en 1968 dio comienzo en Alemania el llamado proceso Contergán y dos años después el laboratorio y los afectados de aquel país llegaron a un acuerdo por el que éstos fueron indemnizados en 110 millones de marcos.

Además se instituyó una fundación, a través de la cual se canalizaron pensiones y otras ayudas vitalicias que siguen percibiendo.

Esta fundación está costeada principalmente por la farmacéutica, que recientemente, según AVITE, la ha refinanciado con 50 millones de euros.

Pero el caso español presenta ciertas particularidades porque el fármaco fue retirado del mercado en 1961 en Alemania, donde se originó el problema, pero, según consta en la demanda de AVITE, en España "siguió administrándose varios años más"a pesar de su prohibición mundial.

El principio activo talidomida se vendió en más de 50 países de todo el mundo, con más de 80 nombres comerciales, y en España se distribuyó desde el año 1957 hasta 1965 por tres laboratorios con siete nombres comerciales diferentes.

Las víctimas mantienen que "la verdadera naturaleza perversa de la talidomida se está mostrando conforme avanzan los años".

Y subrayan que los daños, que fueron originados en el feto durante la gestación, "generan problemas nuevos que se van manifestando con el tiempo".

En Alemania, las víctimas han conseguido acuerdos indemnizatorios con la farmacéutica, pero en España no se han alcanzado a pesar de que ambas partes han mantenido tres reuniones y un acto de conciliación en los juzgados de Madrid.

Los contactos entre las víctimas y la farmacéutica comenzaron en 2010 después de que el Gobierno aprobara un real decreto por el que concedía un millón y medio de euros en concepto de ayuda a una veintena de personas reconocidas como afectadas en España durante el periodo 1960-1965. Ahora las víctimas buscan ser sean indemnizadas por esa tragedia tras más de 50 años de estos hechos. Como consecuencia de la ingesta de la talidomida, según AVITE, más de 20.000 recién nacidos en todo el mundo sufrieron las consecuencias del medicamento