Tribunales
Lorena G.: «Me enamoré de él obsesivamente, me siento culpable»
El fiscal quiere que la fan acusada de intentar matar a la esposa de Paco González cumpla la condena en un centro penitenciario psiquiátrico.
Quizá jamás se ha visto en un sala de justicia un testimonio tan agónico y triste. La mujer del periodista Paco González, protegida por un biombo, relató con voz entrecortada, y a veces entre lágrimas, el brutal ataque que casi les cuesta la vida a ella y a su hija el 5 de febrero de 2014. «Aquel día llevé al niño al cole», comenzó a narrar con valentía y serenidad. «Se bajó. Entonces miré por el retrovisor para poder arrancar y se coló en el asiento del copiloto una persona completamente vestida de negro. Me dijo: «Vengo a matarte» y yo pensé: «Dios mío ayúdame a salir de ésta». Me agarró del brazo y me dijo: «Ni se te ocurra hacer ninguna tontería». Yo le ofrecí que se llevase todo lo que tenía pero él insistió: «Ésa no es la solución. Te voy a matar. Tienes que morir».
Es en este punto cuando la mujer del periodista se viene abajo y se quiebra en un mar de lágrimas. A pesar de la tensión y el temblor de su voz, con extraordinario coraje siguió relatando los hechos. «Mi hija empezó a llorar y el agresor dirigiéndose a ella anunció: ‘‘A ti no te va a pasar nada, pero a ti te voy a matar’’, señalándome a mí. Le ordené a mi hija, que iba sentada detrás, que saliera del coche, pero él se negó afirmando que de allí no se movía nadie. Me ordenó que arrancara el coche. «No quiero quedarme con tu coche. Tienes que morir. Hoy no te vas a salvar», me repitió. Estaba desesperada. Yo no sabía por qué, pero nos iba a asesinar». Maite trató de convencerle apelando a su piedad: «Déjame vivir. Tengo un marido y un hijo. Déjame verlos crecer». No obtuvo respuesta, porque en ese momento se abrió la puerta del coche y se subió Lorena Gallego. «Entonces le pedí: ‘‘No me mates delante de mi hija’’». Lorena ni se inmutó. Iván miró al suelo. Pensé que se había acabado y que me iba a degollar. Entonces me pegó una cuchillada». Se inicia así una pelea sangrienta en la que María y Maite, hija y madre, luchan por salvar la vida de la otra a riesgo de perder la suya propia y Lorena e Iván van lanzando cuchilladas a diestro y siniestro.
El comportamiento heroico de un vecino que declara hoy logró que los agresores huyeran. Maite condujo el coche hasta el hospital Puerta de Hierro: «No sé como pude hacerlo. Bajaron muchos médicos y yo les decía que salvasen a mi hija». Con el final de su relato consiguió recuperar el sosiego en la voz. Tanto que cuando el abogado de Lorena intentó buscar alguna mínima contradicción se encontró un relato granítico, riguroso, serio, sin contradicciones. Su hija, minutos después, ratificó punto por punto todo el relato de su madre.
Antes ya habían hablado Lorena e Iván, que por inventarse, dijeron que las puñaladas fueron accidentales, que no tenían intención de matar y que si llevaban la cara tapada por un pasamontañas negro era por el frío no por camuflarse. «Me siento muy culpable y estoy muy, muy arrepentida. Ojalá estas personas puedan perdonarme. No era mi intención hacerles daño. Ojalá sean felices y que no tengan miedo porque no les va a pasar nada», reconoció Lorena. «Me enamoré obsesivamente. Pensé que era el hombre de mi vida. Estaba enamorada de él hasta el punto de la obsesión», dijo para justificarse. Tanto ella como Iván se contradijeron en sus declaraciones.
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