Brote de ébola
Los expertos hablan: Momento crucial de la enfermedad
Los especialistas aseguran que las tasas de supervivencia frente a la infección llegan al 50 por ciento. En algunos artículos científicos apuntan a que la progresión de la enfermedad infecciosa tiene una evolución en la cual a partir de un momento se sabe si el paciente se va a salvar o no, «esta afirmación resulta bastante cierta y el punto de no retorno es la aparición de un fallo multiorgánico con trastornos de la coagulación», destaca Josep María Gatell, jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Clínic de Barcelona y catedrático de Medicina de la Universidad de Barcelona. La evolución de la enfermedad pasa por diferentes fases que llegan a extenderse casi un mes, según apuntan algunos expertos. Tras el periodo de incubación –que puede prolongarse a los 21–, normalmente «aparecen los primeros síntomas. Llegan la fiebre y el cansancio, los dolores musculares y las cefaleas. Este periodo viene a durar como dos o tres días. Se trata de un malestar general», explica con detalle Daniel G. Bausch, director del Departamento de Enfermedades Emergentes y Virología de la Unidad de Investigación Médica de la Base Naval de EE UU en Lima (Perú).
Tras la aparición de los síntomas iniciales, llega la fase más agresiva del virus. «Durante tres y cuatro días los pacientes experimentan una de las peores caras del virus: se sufren náuseas, hay diarreas constantes y vómitos. Pero aún no hay sangrado externo», apunta Bausch. Así, casi una semana después de que la infección dé la cara, aproximadamente, se alcanza el punto más crítico: «Menos del 50 por ciento tiene sangrado por boca y en las heces. En este punto, si no hay grandes daños orgánicos o problemas en la circulación sanguínea, el paciente consigue salvarse. Sin embargo, si no hay suficiente líquido en su cuerpo, la deshidratación es manifiesta, se llega al fallo multiorgánico», subraya Bausch. Por ello desde la OMS se destaca la necesidad de rehidratación por vía intravenosa u oral con soluciones que contengan electrolitos. En este punto también es importante vigilar la coagulación y la carga viral. El portavoz estadounidense explica que «esto determina si estamos ante una fase terminal de la enfermedad en la que los órganos carecen de alimentación de nutrientes porque las arterias «agujereadas» por el virus no los conducen hasta estos». También resulta clave saber la ruta de la infección: dónde fue el punto de entrada del virus y la carga viral del contagio. «Esto ayuda, en algunos casos, a determinar la agresividad del mismo. No es lo mismo por la boca que por los ojos. También barajamos otros condicionamientos, como la genética, tener otras enfermedades», concluye Bausch. Sin embargo, el médico estadounidense reconoce que a día de hoy no existe un patrón fijo de progresión y que muchos pacientes rozan el estado crítico y no mueren: «No hay un perfil claro de infectado, ni tampoco uno que delimite claramente cuál es el punto de no retorno o de encontrarse al pie del abismo. Lo cierto es que lo más importante es la hidratación del pacientes lo máximo posible, ya que cuando no es efectivo, al final fallecen».
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