Medio Ambiente
El humo de incendios afecta al clima a largo plazo
Según una investigación basada en datos de campañas aeronáuticas de la NASA
El humo de los incendios forestales en todo el mundo podría afectar la atmósfera y el clima mucho más de lo que se pensaba anteriormente. Una nueva investigación con datos de campañas aeronáuticas de la NASA, liderado por investigadores del Instituto de Tecnología de Georgia, encontró que las partículas de carbono marrón que se liberan en el aire de los árboles ardientes y otras materias orgánicas son mucho más propensas a viajar a los niveles superiores de la atmósfera, donde pueden interferir los rayos solares, algunas veces enfriando el aire y otras veces calentándolo, informa Europa Press.
«La mayor parte del carbono marrón que se libera en el aire permanece en la atmósfera inferior, pero encontramos que una fracción sube a la atmósfera superior, donde tiene un efecto desproporcionadamente grande sobre el balance de radiación planetaria, mucho más fuerte que si estuviera en la superficie», señala el profesor de la Escuela de Ciencias de la Tierra y la Atmósfera de Georgia Tech, Rodney Weber.
La investigación utilizó muestras de aire recolectadas durante dos misiones científicas aerotransportadas apoyadas por investigadores del Centro de Investigación de Langley de la NASA en Hampton, Virginia --la misión de 2012 DC3 (Deep Convective Clouds and Chemistry) y la de 2013 SEAC4RS (Studies of Emissions and Atmospheric Composition, Clouds and Climate Coupling by Regional Surveys)-- en diferentes zonas de Estados Unidos.
Los investigadores encontraron niveles sorprendentes de carbono marrón en las muestras tomadas de la troposfera superior --aproximadamente once kilómetros sobre la superficie de la Tierra-- pero mucho menos carbono negro.
Mientras que el carbono negro se puede ver en los humos oscuros que se elevan por encima de la quema de combustibles fósiles o de biomasa a alta temperatura, el carbono marrón se produce a partir de la combustión incompleta que ocurre cuando arden hierbas, madera u otra materia biológica. Como materia particulada en la atmósfera, ambas pueden interferir con la radiación solar absorbiendo y dispersando los rayos del sol.
Según otras investigaciones llevadas a cabo por la NASA en los últimos años, el aumento de los incendios forestales que producen carbono marrón y negro y que se propagan a través de los Estados Unidos cada año podría ser un síntoma de un mundo en calentamiento. Un análisis de 2015 de 35 años de datos meteorológicos confirmó que las temporadas de incendios se han hecho más largas. Además, los modelos climáticos predicen que seguirán aumentando en duración y fuerza en los Estados Unidos en los próximos 30 a 50 años.
A medida que las partículas de carbono liberadas por esos fuegos emigran más alto en la atmósfera, el clima se vuelve más sensible a ellas. Los investigadores encontraron que el carbono marrón es mucho más probable viaje por el aire a los niveles más altos de la atmósfera, donde puede tener un mayor impacto en el clima.
«La gente siempre ha asumido que cuando se emite este carbono marrón, con el tiempo desaparece», afirma el profesor de la Escuela de Ciencias Terrestres y Atmosféricas de Georgia Tech, Athanasios Nenes, de la Escuela de Ingeniería Química y Biomolecular.
Después de que el carbono marrón es llevado por las columnas del humo en la atmósfera más baja, se mezcla con las nubes. Luego se engancha a un viaje en flujo ascendente convectivo en las nubes y viaja a la atmósfera superior.
Aunque los investigadores no pudieron explicar cómo, también encontraron durante el viaje ascendente a través de las nubes, que el carbono marrón se volvió más concentrado en relación con el carbono negro.
«La sorpresa aquí es que el carbono marrón se promueve cuando pasa por las nubes, en comparación con el carbono negro --dice Nenes--. Esto sugiere que puede haber producción en la nube de carbono marrón de la que no se era consciente antes».
«Esa es la razón más para llevar a cabo estudios adicionales», expresa el científico atmosférico en Langley, Bruce Anderson, que añade que se necesita «mejor información sobre cómo se forman esos aerosoles, cuáles son sus impactos radiativos, cómo se eliminan de la atmósfera» y si hay algo que se pueda hacer para controlar eso. EP
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