Escocia
La doble vida del whisky
Escocia podría mejorar en más de 1.100 millones de euros al año su economía gracias a los desperdicios de su licor, de la cerveza y del pescado
El reciclaje no es suficiente para conseguir una economía circular. Sin embargo, en estas últimas semanas, desde el Parlamento Europeo, se ha debatido sobre este campo y tras reconocer la necesidad de medir el uso de recursos naturales se ha votado a favor de marcar unos objetivos más elevados de reciclaje: un 70% de los residuos municipales en 2020 tendrán que ser reciclados y un 80% de los residuos de envases en 2030. Un paso dado en la dirección correcta pero que se olvida de la «R» más importante: reducir. Y después, de lo importante que es dar una nueva vida útil a este recurso. Y es que en pleno siglo XXI se sigue sin aprovechar al máximo los residuos, un mercado lleno de oportunidades. Da buena prueba de ello un informe elaborado por Zero Waste Scotland: Escocia podría mejorar en entre 708,6 y 1.137,8 millones de euros al año su economía sólo con aprovechar los desperdicios que genera su industria del Whisky, de la cerveza y del pescado.
¿Cómo? Dando a estos «desperdicios» y subproductos una nueva vida como fertilizantes, suplementos proteínicos, biocombustible, sustancias químicas y para producir calor y electricidad. Y es que cada año se producen 4.371.000 toneladas de residuos y subproductos en la industria del whisky, 53.682 toneladas en la cerveza y casi 200.000 toneladas en la del pescado. Un volumen muy elevado de residuos que se pueden aprovechar y que, sin embargo, se desperdician. Y no es, precisamente siempre, porque no exista la tecnología.
En el caso del whisky, es uno de los principales productos del país. Según la Asociación Escocesa de Whisky a principios de este año había 115 destilerías con licencia produciendo en el país nada menos que 275 millones de litros de puro alcohol y 350 millones de litros de destilerías de grano. Una industria que genera nueve millones de toneladas al año de residuos líquidos o zupia (pot ale) y posos con aproximadamente un 2% de proteína.
Según este informe, de los subproductos que genera esta destilería (orujo, zupia y posos) se podrían generar multitud de productos. De hecho, este sector ya produce pienso y energía limpia de sus subproductos, es el caso de CORDe, una planta de biomasa situada en Rothes, que produce electricidad y calor, así como pienso de los subproductos de las destilerías de whisky. De hecho, en los primeros seis meses de funcionamiento esta planta generó 32.158 megavatios hora (MWh) de electricidad a partir de 67.221 toneladas de orujo y 208.385 de residuos líquidos del whisky.
Hay nuevas líneas de investigación que persiguen aprovechar al máximo los desperdicios de esta industria. En el caso de los residuos líquidos y de los posos se pueden generar productos químicos y combustible (etanol, acetona, hidrógeno), así como pienso para el ganado mediante el proceso de hidrólisis y fermentación. De hecho, la compañía Celtic Renewables ya ha desarrollado esta tecnología con la que se podría obtener un retorno de casi 142 millones de euros.
Tecnologías en I+D
Del pot ale también se puede extraer proteína para producir suplementos alimenticios para humanos o proteínas para alimentar a los peces en acuicultura, una tecnología que está desarrollando Horizon Proteins y que de hacerse a gran escala podría generar 386,24 millones de euros. De este mismo residuo también se puede producir biogás y algas. Da buena prueba de ello la compañía M Power, que está desarrollando un sistema que mediante la digestión anaerobia (el proceso en el cual los microorganismos se encargan de descomponer el material biodegradable en ausencia de oxígeno) y con fotobioreactores producen electricidad y calor que pueden ser usados por la propia destilería, algas que pueden utilizarse para la alimentación de los peces, fertilizantes y biofuel. Del pot ale y del orujo también se pueden obtener polifenoles. FDT Consulting lidera el proyecto europeo Pureope, cuyo objetivo es precisamente extraer polifenoles, un tipo de antioxidantes que se pueden obtener de los residuos líquidos y de materiales como grano de cerveza tras una técnica de hidrolización. Una técnica muy útil ante una demanda creciente de polifenoles que son empleados en la industria alimenticia y que tiene aplicaciones farmacéuticas. De hecho, en 2013 la demanda global de polifenoles ascendió a 14.071 toneladas y se espera que en 2020 sea de 25.000 toneladas.
La compañía FDT Consulting estima que de los residuos de la industria del whisky en Escocia se pueden obtener unas 2.700 toneladas de polifenoles al año, con un valor de casi 71 millones de euros al año.
En el caso de la cerveza, esta industria aprovecha bastante los subproductos que genera destinándolos a la alimentación del ganado, como abono, etcétera. Sin embargo, tiene un potencial enorme. De hecho, existen diferentes técnicas en desarrollo para producir biogás, polifenoles, productos químicos, absorbentes industriales o sustrato para cultivo de setas, por ejemplo.
Respecto a los subproductos del pescado, éstos se usan hoy para la alimentación de mascotas, de peces (acuicultura) y de cerdos, así como para producir biofuel y compostaje. Pero el abanico de posibilidades que ofrecen estos residuos es enorme, ya que, además de poder cubrir las necesidades de calor y electricidad de las propias compañías congeladoras, se puede obtener a gran escala calcio, aceites, proteínas, aminoácidos, suplementos alimenticios, etcétera. Así, la compañía CEllsUnited estima que con todos los residuos y subproductos del salmón (vísceras, cabezas...) de Escocia se podrían generar 426 millones de ventas de estos «desperdicios» como suplementos alimenticios, aparte del valor adicional del aceite y de su reutilización como fertilizante.
En definitiva, un potencial enorme «perdido» en lo que se sigue llamando «desperdicio» que permitiría cosechar grandes beneficios a la economía, en este caso escocesa, y reducir la presión que se ejerce sobre los recursos naturales.
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