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Nicaragua: el otro canal que no hay que perder de vista
El canal que unirá el Atlántico con el Pacífico a través de las selvas y humedales de Nicaragua no se debería realizar sin la correspondiente evaluación de impacto ambiental, advierten esta semana en la revista Nature dos investigadores. El proyecto, liderado por una empresa china, amenaza comunidades indígenas y valiosos ecosistemas de Centroamérica.
El Gobierno de Nicaragua otorgó el año pasado una concesión a una empresa de Hong Kong (China), prácticamente desconocida, para construir un canal que atraviese este país centroamericano a lo largo de 286 km, desde el Pacífico hasta el Atlántico.
La concesión incluye el derecho a construir centros industriales, aeropuertos, un sistema ferroviario, otro de oleoductos, así como los derechos de expropiación de las tierras y los recursos naturales que se detecten en el trayecto. Las obras comenzarán a finales de este año.
Aunque no se ha decidido la ruta exacta del canal, se sabe que atravesará el Gran Lago de Nicaragua (Cocibolca), la mayor reserva de agua potable de América Central y un entorno de gran biodiversidad, además de bosques y humedales de gran valor ecológico. También viven en la zona diversas comunidades indígenas que se pueden ver amenazadas.
«Este proyecto podría conducir al mayor desastre ambiental de la región», alerta a Sinc Jorge Huete-Pérez, director del Centro de Biología Molecular en la Universidad Centroamericana, que no se explica cómo este tema se ha escapado al 'radar' de las grandes organizaciones conservacionistas.
Huete-Pérez, junto al biólogo Axel Meyer de la Universidad de Konstanz (Alemania), demandan esta semana en la revista Nature la necesidad de realizar una evaluación de impacto ambiental independiente para este megaproyecto. Hasta ahora la Asamblea Nacional de Nicaragua ha rechazado las denuncias legales presentadas contra la concesión.
Los autores proponen que el gobierno nicaragüense debería detener los planes de construcción hasta que los estudios de evaluación confirmen la viabilidad y rentabilidad del proyecto.
«El Gobierno aduce que con el proyecto sacará a Nicaragua de la pobreza, pero hasta la fecha no se conocen estudios de viabilidad financiera y los mejores economistas han expresado su preocupación por la posibilidad de que este canal se convierta en un enclave extranjero como ocurrió con el de Panamá», dice Huete-Pérez.
El investigador insiste en la amenaza ambiental que representa la obra: «Puede causar daños irreparables en los ecosistemas -terrestres, lacustres y marinos-; tener un efecto devastador en las propiedades químicas y biológicas de ríos y lagos; dañar el entorno por las obras de construcción, excavación y dragados, así como la contaminación que puedan producir los grandes buques petroleros».
Extinción de especies y cambios migratorios
Esto también puede conducir a la extinción de muchas especies endémicas de peces de importancia económica para el turismo (pesca deportiva) y la supervivencia de comunidades costeras pobres. Además también se puede favorecer la introducción de especies invasoras.
Según el estudio, la infraestructura del canal y demás proyectos asociados (oleoductos, aeropuertos, zonas industriales, etc.) también podrían tener un impacto negativo en los patrones de migración y la dinámica biológica de la fauna terrestre.
«Tal como ha sido presentado este proyecto no es ni ambiental ni científicamente sostenible», señala Huete-Pérez, que concluye: «Se necesita una acción nacional e internacional sólida para efectuar una evaluación ambiental independiente que determine los posibles impactos del proyecto canalero y proponer otras alternativas económicas más sostenibles».
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