Mascotas

No todo lo natural es sano

La guerra contra los productos secos que se libra en internet en favor de dietas como la BARF no tienen ninguna fundamentación científica.

La esperanza de vida de los perros ha aumentado un 10% en los últimos años según un informe de AMVAC
La esperanza de vida de los perros ha aumentado un 10% en los últimos años según un informe de AMVAClarazon

La guerra contra los productos secos que se libra en internet en favor de dietas como la BARF no tienen ninguna fundamentación científica.

Internet y las redes sociales han iniciado, desde hace años, una guerra abierta contra los productos procesados en la alimentación, tanto para seres humanos como para los animales. La mayoría de dueños de perros y gatos alimentan a sus mascotas con piensos secos sin saber a ciencia cierta lo que están consumiendo, esto se produce en parte gracias a los organismos públicos, ya que las empresas del sector de la alimentación canina pueden falsear las etiquetas de ingredientes haciéndonos creer que cierto tipo de ingredientes son los que más composición tienen cuando no es así. Si a esto le sumamos el gran trabajo de las campañas de marketing que hacen las empresas, nos encontramos con un panorama de desconocimiento total donde las más desfavorecidas son nuestras mascotas.

Mucha gente frente a este tipo de afirmaciones opta por utilizar otro tipo de dietas para sus perros y gatos de las cuales la más proliferante en la última década ha sido la dieta BARF, basada en productos crudos y que se vanagloria de ser más saludable tachando de «veneno» a los piensos secos, sin avisar de los peligros inherentes a este tipo de alimentación.

Para desmitificar estas acusaciones, desde LA RAZÓN hemos querido arrojar un poco de luz y nos hemos puesto en contacto con Manuel Lázaro, licenciado en Veterinaria por la Universidad Complutense de Madrid desde hace más de 30 años y miembro del Colegio de Veterinarios de Madrid. «Cuando comentamos con compañeros de la medicina humana, sobre todo pediatras, este tipo de acusa-ciones llegan al convencimiento de que, hoy por hoy, la alimentación de las personas y los animales la decide internet», comentaba Lázaro, y añade: «Tienen una credibilidad enorme, los famosos ‘influencers’, ‘youtubers’..., toda esa gente ha conseguido un peso y sus comentarios se viralizan de tal forma, que cualquier opinión vertida con poco criterio tiene muchas veces más importancia que la que diga un profesional o un estudio científico».

La gran mayoría de páginas web que hemos encontrado y que criminalizan la alimentación procesada basan sus teorías en beneficios tan etéreos como la calidad del pelaje, el incremento de energía y vitalidad o la mejora del estado de ánimo y del sistema inmunológico, pero «son argumentos muy retorcidos y sin ninguna base, no hay ningún estudio científico que sustente ese tipo de afirmaciones», explicaba el veterinario, a lo que aclara: «El problema es que nos hemos acostumbrado a ver lo natural como algo bueno y lo procesado como algo malo, lo que debemos ver es qué tipo de procesado ha tenido, porque el jamón ibérico lleva uno de curación y nadie diría que estos jamones son productos de mala calidad».

Tema de creencias

Así que, debemos analizar el proceso por el que juzgamos estos comentarios, «si yo le doy a un animal un producto y digo que le va a sentar bien, quiero ver que realmente le va a sentar bien, pero no hay grandes diferencias, es todo mucho más un tema de creencias y ganas de modificar y hacer cosas que realmente demostrar ciencia».

Cierto es que hay piensos de diferentes calidades por eso, como consumidores, «debemos saber que nadie da duros a pesetas» y que «lo que es indiscutible es que si hay alimentos en el mercado que salen a menos de un euro el kilo cuando muchas veces solo los ingredientes ya valen cerca de dos a lo que hay que sumar un proceso de fabricación, envasado, y etiquetado... ¿cómo es posible que al final llegue a la tienda por un euro el kilo?» se pregunta Lázaro.

Existen numerosos peligros a los que debemos enfrentarnos si decidimos optar por una dieta BARF para nuestra mascota, ya que, según los expertos, los beneficios son pocos y los riesgos de enfermedad y problemas digestivos muy altos: «Está claro que si le das carne cruda tal cual es mucho más apetitosa y en principio algo más digestible, pero es el único beneficio. Los inconvenientes son absolutamente todos, la carne fresca tiene muchos riesgos sanitarios, el pollo, por ejemplo, contiene una cantidad de bacterias elevadísima, por mucho que congelemos los alimentos lo único que hacemos es frenar el crecimiento bacteriano y si no utilizamos ningún proceso de calor es un gran riesgo para la salud, tanto para los animales como para las personas», concluye.