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La difteria pudo con Pau

El pequeño de seis años falleció en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona,
El pequeño de seis años falleció en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona,larazon

La bacteria se cobra la vida del niño de 6 años de Olot 25 días después de ser hospitalizado.

Veinticinco días después de ingresar en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, el niño de Olot (Girona) enfermo de difteria falleció ayer de madrugada a causa de esta enfermedad, de la que no estaba vacunado. El menor tenía afectadas las funciones respiratorias, cardiacas y renales por la toxina de la difteria, necesitaba respiración asistida, estaba conectado a un riñón artificial y llevaba varios días con circulación extracorpórea. De nada sirvió el tratamiento de antitoxinas importado de Rusia ni los demás antibióticos que le suministraron durante un mes los médicos del hospital barcelonés, que no consiguieron frenar los efectos más severos del virus.

Pau, el niño de Olot, se convirtió el pasado 30 de mayo en noticia al ser la primera persona que se contagiaba de difteria en España desde 1987. YAhora, tras confirmarse su fallecimiento, sería la primera víctima mortal que se cobra la toxina en nuestro país desde 1984. Comenzó con los síntomas inciales –malestar general, dolores de cabeza, fiebre e inflamación de amígdalas...– el 23 de mayo, pero no fue hasta cinco días después cuando ingresó en el hospital comarcal de Olot debido a un empeoramiento de su estado. Ninguno de los pediatras del centro podía imaginarse que Pau estaba contagiado de difteria, una enfermedad erradicada en nuestro país gracias a las campañas de vacunación masivas iniciadas en los años 50. «Los primeros diagnósticos fueron los de mononucleosis y amigdalitis, pero su cuello tenía un aspecto poco normal», cuenta uno de los médicos de urgencias del hospital de Olot. Ésa fue la clave para que Stephan Schneider, el ecografista pediátrico del hospital de Olot, detectase el virus. Ese ojo clínico tan valorado en los profesionales sanitarios tuvo que ver, en el caso de Schneider, con una especial sensibilidad hacia esta bacteria, la culpable de la muerte de su abuelo cuando él tan sólo era un niño. Así, ese mismo día, el 28 de mayo, se le comunicó a la Generalitat el aviso de la aparición de un posible caso de difteria, una enfermedad de declaración obligatoria. El viernes 29 de mayo, el Centro Nacional de Microbiología recibió la muestra procedente del hospital gerundense y el sábado 30 el laboratorio confirmó el diagnóstico del pediatra alemán.

Revisión de 200 personas

Ése fue el pistoletazo de salida para poner en alerta a todo un sistema sanitario no acostumbrado a una infección de la que no había ningún caso desde hacia 28 años. Los técnicos del departamento de Salud de la Generalitat revisaron a más de 200 personas y realizaron las pruebas del frotis faríngeo para detectar la posible presencia de la bacteria a unas 140. Además de los niños que fueron con Pau a las colonias, también pasaron la revisión las personas que estuvieron en contacto con él en otras actividades extraescolares, como sus compañeros de natación en la piscina municipal de Torelló.

Desde el momento en el que se confirmó el primer caso de difteria en casi tres décadas, se inició una enorme controversia sobre el auge del movimiento antivacuna, que si bien no tiene muchos adeptos en España, cuenta con algunos seguidores –de hecho, en Olot, 47 niños siguen sin estar vacunados, a pesar de ser esta la causa de la muerte del pequeño Pau con tan sólo seis años–. Adeptos tan conocidos como la monja Teresa Forcades, famosa por su actividad política en Cataluña. Ante el peligro que supone extender una información equivocada disfrazada de pseudociencia, sobre la eficacia y efectos adversos de la vacunación, enseguida la Asociación Española de Pediatría salió a la palestra para recordar que «gracias a la vacunación sistemática y al mantenimiento de coberturas frente a esta enfermedad de más del 95 por ciento de los niños residentes en España, no se producía ningún caso en nuestro país desde hace casi 30 años». En esta línea se mostró el Colegio de Médicos de Barcelona, al plantearse sancionar a los facultativos que se nieguen a vacunar.

Pero quizá haya tenido que suceder un hecho tan triste para concienciar a la población de que son más los beneficios de las vacunas que sus posibles efectos adversos. De hecho el conseller de Salud de la Generalitat, Boi Ruiz, tras conocerse el fatal desenlace, quiso transmitir este mensaje. Ruiz admitió ayer que «aunque no haya riesgo cero con las vacunas tampoco debe ser utilizado para transmitir un falso mensaje en favor de no somoterse a ellas» y se refirió de manera especial a «aquellas personas que hacen declaraciones públicas poniendo en duda su eficacia».

El conseller informó de que los padres del niño fallecido han autorizado una autopsia «que permitirá incrementar el conocimiento científico de la enfermedad en el hipotético caso de que apareciera un nuevo caso». Después de hacer un llamamiento a todos los padres para que vacunen a sus hijos, descartó convertir esta práctica en obligatoria tras conversar con el Ministerio de Sanidad debido a «su complejidad legal». En todo caso, anunció una reunión próxima con los movimientos antivacunas de Cataluña para «converncerles de su eficacia y utilidad», advirtiendo que si las conversaciones fracasan, será necesario abrir un debate sobre hasta qué punto las inyecciones deben ser una cuestión de salud pública. Aun así, pidió «no culpabilizar a los padres de Pau respecto a este debate».

Ruiz, también anunció una campaña más incisiva en favor de la vacunación y advirtió que se incidirá, sobre todo, entre aquellos padres que no entreguen las cartilas de vacunación en las escuelas y que «están identificados». También dio a conocer las conversaciones de diversos ministerios de Sanidad europeos para crear un depósito de antitoxinas a nivel continental para no tener que recurrir a países como Rusia –como fue en el caso de Pau– si se vuelve a detectar un virus parecido.

El pueblo ayer estaba consternado, más allá de que quisieran valorar si la familia obró correctamente. Los padres de Pau, Jordi y Marta, llevaban viviendo un mes en Barcelona para estar cerca del pequeño. También están acompañados de Katy, la abuela del niño y muy querida en el pueblo. «Tienen el apoyo de todos. Si no le vacunaron, lo hicieron pensando en su bien», dice una allegada.

Pero, mientras haya casos de familias antivacunas, ¿es posible que un caso así se vuelva a repetir? «Es difícil, pero siempre va a haber posibilidades de que en un país con nuestra tasa de vacunación surjan casos esporádicos. Este caso lo demuestra», afirma Amós García, presidente de la Asociación Española de Vacunología. «Lo importante es reforzar el papel que desempeñan las vacunas para proteger a la población de determinadas patologías», añade. Por eso, García pide un «esfuerzo de pedagogía» para convencer a esos padres.