Transporte marítimo
Piratas de los 7 mares
La piratería marítima, en sus diferentes versiones, es una realidad en pleno siglo XXI. Aunque se repiten los viejos escenarios del Caribe, Malaca y el Índico, hay riesgo de ataque en cualquier parte
La piratería marítima, en sus diferentes versiones, es una realidad en pleno siglo XXI. Aunque se repiten los viejos escenarios del Caribe, Malaca y el Índico, hay riesgo de ataque en cualquier parte.
El 19 de febrero de 2017, a las 10:24 UTC (hora internacional), el mercante Giang Hai, de bandera vietnamita y trasportando carga general, fue abordado por una embarcación pirata a unas 17 millas al norte del Banco de las Perlas, en aguas de Filipinas. Los asaltantes eran cinco hombres armados con fusiles de asalto. Uno de los tripulantes del carguero fue asesinado cuando intentaba echar el cierre de seguridad del puente de mando.
Los piratas destrozaron los sistemas de navegación y comunicaciones, robaron las propiedades de los marineros y la caja de caudales del barco, y se llevaron a seis tripulantes como rehenes. Uno murió al caerse al mar durante la captura y otros dos por enfermedad mientras se encontraban en cautividad. El Ejército filipino liberó a los supervivientes nueve meses después. Aunque la mayoría de los asaltos no fueron tan sangrientos, en 2017, un total de 180 buques denunciaron haber sido víctimas de los «hermanos de la costa» en los siete mares. La cifra es, sin embargo, la menor de los últimos cinco años, sin duda por la eficaz actuación de la «Misión Internacional Atalanta», desplegada en aguas de Somalia. Suben los ataques frente a las costas de Venezuela, donde las fuerzas de seguridad marítima casi han desaparecido o son cómplices, y se mantienen al mismo nivel en las aguas de Indonesia, Filipinas y Bangladés.
Nota aparte merece la actividad de los guerrilleros locales del delta del Níger, que mantienen en jaque a los petroleros, sin que la Armada de Nigeria consiga reducir su actividad. En cuanto a los métodos, el más habitual nos retrotrae a los tiempos del filibusterismo más pedestre, cuando los llamados «mendigos del mar» se subían subreticiamente a los mercantes fondeados para robar las pertenencias de los marineros. Sin embargo, algunos asaltos denotan la existencia de grupos bien organizados y financiados, capaces de secuestrar mercantes de gran tonelaje. Operan en aguas de Indonesia, al acecho de petroleros, pero no desdeñan buques más pequeños, como los pesqueros chinos. El ICC International Maritime Bureau da cuenta de un solo yate atacado en 2017, aunque menudea el robo de embarcaciones de recreo en los puertos deportivos para dedicarlas al narcotráfico.
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