Sí a la vida

¿Por qué no es «progre» abortar?

La Razón
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Es una triste realidad que el aborto es una «mala solución sanitaria» o un «problema social» que padece la mujer. Es como en aquellos países que para eliminar un problema social cortan las manos de los ladrones como una «solución sanitaria». En este sentido, el aborto podría considerarse un «crimen de lesa humanidad» al ser la única «solución administrativa» que se ofrece a la mujer pobre, mediante un acto médico sin consentimiento informado, hospitalización y donde no se ofrecen otras alternativas contra su discriminación social y laboral (por el hecho de ser madre gestante o por tener que mantener a más de un hijo), tal y como nos explica el Art. 7 de la Declaración de Derechos Humanos y políticos de Ginebra.

Hoy en día los políticos son como el Rey Sol, «que declara por decreto ley cuándo debe salir el sol o cuando se pone». Actualmente, la mujer que es madre sufre un 50 por ciento de mayor riesgo de exclusión social y laboral que la mujer que no lo es. Su embarazo supone para ella un factor de riesgo de cara a una violencia intrafamiliar y de género, falta de responsabilidad paterna y exclusión laboral. En este sentido, más de un 50 por ciento de los casos de violencia de género están relacionados con la maternidad de la mujer, y en un 90 por ciento de los casos su maternidad está vinculada con casos de acoso o «mobbing» maternal. Hoy en día, la maternidad es un factor de exclusión social y laboral que sufre la mujer en silencio. Mientras que la paternidad está premiada en nuestro sistema económico, la maternidad sufre una penalización en nuestro sistema social. Por ello, el nacimiento de un niño hoy «es una mala noticia para la sociedad» y por ello se presiona sobre la mujer ejerciendo violencia administrativa, familiar, laboral y social. Esta presión es más fuerte sobre madres embarazadas o mujeres con hijos a cargo menores de 3 años.

La consecuencia es que la maternidad se ha convertido en un valor económico que se compra e importa. España importa el 16% de su maternidad con adopciones internacionales, convirtiéndose la maternidad en una «commodity» valor que puede comprarse y venderse, ya que el factor trabajo contraindica la maternidad. Es por ello que en los últimos 20 años el crecimiento económico se ha debido a dos procesos de feminización: la feminización del trabajo o incorporación de la mujer al mundo del trabajo –desde la Primera Guerra Mundial–, y la feminización de las migraciones desde terceros países para permitir conciliar a las mujeres nativas. En Europa y especialmente en España, al ser un país tercermundista en temas de conciliación, se ha generado una crisis sistémica con quiebra de la Seguridad Social. Ya no hay niños ni juventud para soportar la población mayor y España junto a EE UU se han convertido en el primer y segundo país en adopciones internacionales y fecundaciones in vitro; la maternidad es una «commodity», como el petróleo, el oro... España ya no es rica, porque la primera ayuda que se quita cuando hay crisis económica es la ayuda a las madres. La familia es la pyme más importante que tiene un país y los niños, un recurso o «bono» a largo plazo: «25 años». Debemos invertir en formación y maternidad como pilares del crecimiento económico. El mayor emprendimiento que tiene una nación es el apoyo a la familia y eso falla, ya que no está escrito en ninguna ley.

Cada niño que nace lleva un mensaje de esperanza, la humanidad todavía no ha perdido la esperanza en el hombre.l