Comunidad de Madrid
Potenciar el hábito de la lectura con los perros
«El contacto de un paciente con un animal es a menudo más efectivo que la propia medicina», comentaba Wolfang Oiotrowski, director de la Clínica Neurológica de Mannheim, Alemania. Esta premisa es el eje central de Intermountain Therapy Animals (ITA), una entidad estadounidense que desde 1999 mejora la calidad de vida de las personas con necesidades físicas, mentales o emocionales mediante la interacción con los animales. Entre las actividades que llevan en marcha, destaca un proyecto pionero del que, a día de hoy, ya se ha hecho eco medio mundo.
Un día cualquiera, en la biblioteca pública de Salt Lake City, en Utah (EE UU), un niño se quedó anonadado cuando vio a un perro rodeado de estantes repletos de cuentos. El objetivo era que el pequeño leyese un libro en voz alta en presencia de un animal del equipo de ITA. De esta manera, los especialistas se percataron de que el niño leía más relajado al percibir la presencia del perro que sí realizaba la misma tarea delante de sus amigos. Además, observaron también que se podía conseguir que los menores adquiriesen el hábito de acudir a las bibliotecas gracias a estas actividades.
Así pues, el ente norteamericano decidió crear Reading Education Assistance Dogs (READ) de Lectura con Perros, una iniciativa que ya se aplica en países de Europa, entre ellos, España. «En 2012, comenzó a andar el programa en la Comunidad de Madrid en la biblioteca de Caja Madrid en Collado Villalba. La buena acogida de los menores fue tal, que a partir de ese día tuvimos talleres individualizados con una duración de quince minutos en casi toda la región y el próximo año, tanto el equipo humano como el canino de READ España crecerá», cuenta a este diario Elena Domínguez, directora de READ España. Según la responsable, en estos entornos se consigue crear un vínculo emocional entre los dos labradores y los niños con el que consiguen estimular la motivación, concentración e imaginación del niño, de una forma natural y distendida. Enfatiza que cualquier perro con un temperamento tranquilo y que sea capaz de permanecer calmado en un entorno en el que haya ruido y personas, es válido para crear el ambiente que persiguen. «En Norteamérica usaron a dóberman o rottweiler por lo que la raza que empleamos es lo de menos» y añade que «los guías al igual que los animales tenemos que aprobar varios exámenes de ITA antes de ejecutar estas sesiones».
Sin embargo, esa atmósfera que logran construir no se esfuma una vez que terminan las sesiones sino que los expertos logran despertar el interés de los menores por el mundo animal una vez que cruzan el umbral de la puerta de la biblioteca. Además, «hemos logrado que niños con fobia a los perros dejen de lado sus miedos al asistir a estos talleres», dice Domínguez.
Y si los menores se benefician al asistir, los perros también se nutren de la relación simbiótica que se logra. «En ningún momento empleamos a los perros como herramientas de trabajo sino como compañeros –destaca la responsable del programa– por ello, si notamos que uno de los animales está nervioso, concluimos la clase».
Dosis terapéuticas
Las palabras de Oiotrowski, aquel médico que auguraba el uso de los perros en el campo de la Medicina, estarán en la mente del equipo de Domínguez la próxima semana. Durante los nueve meses que dura el curso escolar y «por primera vez, vamos a iniciar sesiones terapéuticas en dos colegios con niños que realmente tienen dificultades en el aprendizaje». Treinta minutos en los que los menores serán protagonistas de unos talleres perfilados para ellos bastarán para mejorar la comprensión lectora al sentir la atención del can. Además, «experimentan un cambio de rol importante porque en el momento en el que no entiendan alguna materia, tratarán de explicárselo en voz alta al perro, como si fuesen profesores que instruyen a sus alumnos y mejorarán la transmisión emocional del texto, y a su vez, la expresión oral», detalla Domínguez.
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