Crimen de Asunta
¿Quién hizo las fotos de Asunta?
No fueron localizadas en el ordenador del padre. Las polémicas imágenes sacadas del móvil de Rosario abren nuevas dudas
Las fotografías de Asunta vestida de cabaretera, con medias de redecilla negras y corpiño, pintada como una mujer adulta y recostada en un sofá con las piernas abiertas han convulsionado a la opinión pública. Estas imágenes, que muchos consideran como mínimo eróticas, en contra de lo que se pueda pensar, no fueron localizadas en el ordenador de Alfonso Basterra, sino que fueron recuperadas de los teléfonos de Rosario Porto y en el de la propia menor. Aun así, socialmente se cree lo contrario, que el culpable es Alfonso Basterra. No son pocas las tertulias en restaurantes o cafeterías en las que se le llama «guarro», «depravado» o incluso se afirma, desde el absoluto y rotundo convencimiento, que su conducta no se limitaba a la contemplación, aunque ninguna prueba lo sustente. La Fiscalía, por su parte, trata de aportar algo de cordura y recuerda que no piensa formular nuevas acusaciones contra los padres de Asunta. Aun así las fotos plantean varios interrogantes: ¿quién las hizo?, ¿es igual de reprochable si las hace Rosario que si las hubiera tomado Alfonso?, ¿y si se las hizo una amiga?, ¿en qué contexto se apretó el disparador?, ¿fue después de una función escolar?, ¿con qué intención se hicieron?, ¿por qué las tenía la propia Asunta en su móvil?, ¿se las había enseñado a alguien? En función de las respuestas se dibujan escenarios diferentes: unos, con una enorme carga de depravación, otros, con absoluta ausencia de la misma.
Hay otras imágenes de Asunta, tumbada en la cama y sobre, lo que parece, una alfombra, envuelta en telas, como amortajada, aparentemente dormida. En alguna, incluso, con los ojos abiertos. Estas inquietantes fotografías, hechas en marzo de 2012, también fueron halladas en el móvil de la menor y de su madre. ¿Qué sentido tienen?, ¿estaba Asunta drogada?, ¿se trató de un ensayo?, ¿de un juego?, ¿estaba dormida o despierta?, pero por encima de todo, ¿quién las hizo y con qué propósito? Se antoja una labor imposible responder a estas preguntas, salvo que alguien confiese.
El teléfono de la menor guardaba otros secretos de difícil explicación. En el móvil de Asunta se encontraron visitas a páginas de internet de contenido pornográfico, a webs de contactos, de jugueterías eróticas y de sitios web donde se ofrece «un polvo» sin compromiso. ¿Visitaba la menor dichas páginas?, ¿usaron su móvil Alfonso o Rosario?, ¿pudo ser algún amigo? Una vez más, ¿quién y por qué? Son preguntas que si tuvieran respuesta ayudarían a los taquígrafos a escribir la verdad. Y a pesar de que, según el informe de la Guardia Civil, todo este perturbador contenido no consta en el móvil de Alfonso Basterra, ya ha sido etiquetado como el rey de los «guarros». Lo que sí consta en el arduo trabajo de los expertos de la Benemérita es que Alfonso Basterra era consumidor de pornografía: «En el estudio del contenido eliminado del ordenador se han observado archivos de contenido pornográfico, llamando especial atención los vídeos o imágenes pornográficas con mujeres de rasgos asiáticos». Esta sí es una verdad incontrovertible y turbadora. Es incluso alarmante que las actrices fueran de origen asiático, como su hija. Da que pensar: más aún, si en las tertulias se une este dato verdadero a la famosa frase, ya de la leyenda urbana, que le dijo Rosario a Alfonso en los calabozos de la Guardia Civil: «Tú y tus jueguecitos». Se da por cierto este reproche, aunque si se revisa la cinta, una y otra vez, incluso eternamente, jamás se hallará tal conversación. No existe. Lo más parecido es: «Tu imaginación calenturienta nos va a generar muchos problemas». ¿A qué se refería?, ¿ocultan algún tipo de perversión sexual Alfonso y Rosario en la que incluyeran a su hija?, ¿se puede probar esto de alguna manera? De momento, no, y, aparentemente, jamás se podrá, porque la instrucción está al borde de echar el cierre. Los investigadores de la Guardia Civil han manejado todo tipo de hipótesis es su trabajo. Probablemente, cada persona que haya participado en las pesquisas tendrá su propia deducción, pero la profesionalidad les obliga a trasladar a las actuaciones sólo los hechos objetivos que han podido contrastar. Será el jurado popular quien, tras escuchar a las acusaciones y a las defensas, decidirá si hay pruebas suficientes para condenar a Rosario y a Alfonso por el asesinato de su hija y, posiblemente, venturar el móvil del crimen. Y en este punto se abre el debate nuevamente. Los once miembros del jurado popular (nueve titulares y dos sustitutos) serán seleccionados entre los residentes de la provincia de La Coruña. ¿Estarán intoxicados?, ¿se habrán formado ya una opinión a través de los medios de comunicación?, ¿están Rosario y Alfonso condenados de antemano?, ¿no sería más lógico que fueran magistrados profesionales los encargados de juzgar delitos de tanta gravedad?
El juez instructor, Vázquez Taín, seguirá el juicio desde su nuevo destino en Coruña, pero, de momento, sigue en Santiago de Compostela «haciendo de las suyas». La semana pasada, mediante escrito, dio plazo de cinco días a las acusaciones para que presentasen su escrito de calificaciones, en el que, en otras cosas, deben concretar el delito y los años que piden para cada acusado. Sin embargo, un día después se corrigió así mismo y envió otro documento en el que suspendía este plazo: a Su Señoría se le había olvidado que la Ley establece que, antes de ese paso, se pregunte a las partes si quieren solicitar alguna última diligencia de investigación. En este caso, todos han quedado retratados.
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