Pekín

China: pacientes insatisfechos... y muy violentos

Una mujer protesta a las puertas de un hospital tras quedar discapacitada por un error médico en una operación
Una mujer protesta a las puertas de un hospital tras quedar discapacitada por un error médico en una operaciónlarazon

Doctores, enfermeras y otros trabajadores sanitarios de China sufren desde hace años una «epidemia» de cada vez más frecuentes ataques de pacientes insatisfechos, unos sucesos que se han cobrado decenas de muertos y que el Gobierno del país ha decidido atajar con drásticas leyes.

Mientras en Occidente la profesión médica siempre figura en las encuestas entre las más respetadas, la popularidad de los doctores chinos está por los suelos y ello tiene dramáticas consecuencias, ya que es rara la semana en la que no se reporten ataques de pacientes o sus familiares contra trabajadores de la salud.

Algunos casos rayan lo surrealista, como el de un hombre de 45 años que asesinó de una cuchillada al médico que le había operado de fimosis, en la localidad oriental china de Fengxian, a principios de abril.

O el de una pareja con importantes conexiones políticas de Nankín, también en el este de China, que en febrero golpeó con un paraguas, hasta dejar paralítica, a una enfermera de un hospital, después de mostrar desagrado porque a su hija ingresada la colocaran en la misma habitación que a un paciente terminal.

No son casos aislados, sino ejemplos extremos de una peligrosa tendencia que en el país ha creado gran alarma en el sector sanitario nacional, ya que según la Asociación de Hospitales de China el 96 por ciento de sus trabajadores sufrió violencia verbal en el año 2012 y un 63,7 por ciento violencia física.

Una violencia que en los peores casos ha acabado en tragedia: el año pasado se registraron 70.000 disputas en centros sanitarios y se reportaron al menos 11 incidentes graves en los que murieron siete médicos y 28 resultaron heridos.

Detrás de la mayoría de esos ataques suele haber insatisfacción por los tratamientos y también desacuerdos con la factura de éstos, ya que la mayoría de los chinos no disponen de un seguro médico estatal y deben hacer frente por su cuenta a los gastos sanitarios, muy altos en el caso de enfermedades graves.

Los propios médicos también reconocen que los incidentes esconden falta de confianza de la sociedad china en un sistema sanitario en el que los presupuestos son parcos.

«Los pacientes esperan que los médicos tengamos unos medios técnicos ilimitados, pero el contraste con la realidad es patético», señala el doctor Ning Fanggang, un famoso defensor de los derechos de su gremio a través de su popular blog.

El sistema sanitario chino estaba totalmente financiado por el Gobierno comunista hasta 1985, cuando la reforma económica de Deng Xiaoping consideró que había que abrir los hospitales a las leyes del mercado, lo que a la larga acabó siendo negativo para la imagen de la sanidad china.

Los centros médicos, incluso los que en teoría siguen siendo públicos, pasaron a depender del pago de servicios de los pacientes para subsistir, por lo que muchos adoptaron prácticas poco éticas, como análisis y tratamientos excesivos, para recaudar más.

Con todo, algunos médicos, como el cirujano cardiovascular Zhang Qiang, aseguran que algunos de los peores ataques no provinieron de pacientes sin recursos, sino de aquellos con alto poder adquisitivo que exigen con vehemencia el mejor trato.

«Hay gente en muy buena situación económica desesperada al ver que no puede conseguir un buen servicio médico por mucho que pague», señala Zhang en su también popular blog sobre temas sanitarios.

A estas quejas se suma la circunstancia de que China, como muchas naciones en desarrollo, tiene una baja tasa de médicos per cápita (1,8 por cada mil habitantes, la mitad que en Occidente), lo que a veces se traduce en extenuantes horarios con peor servicio.

Ante estos problemas, el Gobierno chino ha respondido con nuevas leyes, largamente pedidas por el sector sanitario, que endurecen las penas a quienes ataquen a médicos o enfermeras, les insulten públicamente o causen desperfectos en sus instalaciones.

La normativa cuenta con el apoyo de varias agencias gubernamentales, desde el Ministerio de Justicia al de Seguridad Pública o el Tribunal Supremo, y promete «castigos severos», según anunciaron el pasado 24 de abril en un comunicado conjunto.

La persecución a los pacientes iracundos no terminará ahí, ya que la regulación también prohíbe la costumbre de colocar en los hospitales «santuarios» con flores, fotos y otros objetos en honor de pacientes fallecidos, ya que este tipo de iniciativas a veces han marcado el inicio de protestas violentas.

También se prohíbe desde ahora, por este mismo motivo, quemar en centros sanitarios lo que en China se conoce como «dinero fantasma», falsos billetes que según la tradición oriental, al ser prendidos, llegan al ser querido en el otro mundo para que se pague allí sus gastos.