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Secuestro en WhatsApp: «A los críos nunca más los verán»

Secuestrados porque su madre no pagó la droga. El menor de 11 años ya está en España, mientras que el bebé se encuentra en un centro boliviano

Manuel, de 11 años, ya en España junto a su padre y su tío
Manuel, de 11 años, ya en España junto a su padre y su tíolarazon

LA RAZÓN accede a los mensajes de móvil entre la familia de los niños raptados en Bolivia y sus extorsionadores. Manuel ya está en Murcia, con su padre. Sólo esperan la llegada de Francisco Javier, que sigue en Bolivia a la espera de resolver unos trámites oficiales.

«Lo siento, Paquita, pero a los críos nunca más los volverán a ver». Así de contundente se mostró Carlos, el narcotraficante pareja de Noelia Magaña, la madre de los dos niños españoles, de 11 y tres meses de edad, secuestrados en Bolivia. «A los nenes no les hagas daño, te lo pido por favor. Ellos no tienen la culpa de lo que ha pasado», dijo la abuela. Estas palabras han sido extraídas de las conversaciones de WhatsApp, a las que ha tenido acceso LA RAZÓN, entre Paquita, la madre de Noelia, y el narcotraficante. La acción conjunta de la Policía de Bolivia y el Cuerpo Nacional de Policía de España ha sido determinante para llevar a cabo la liberalización de Manuel y Francisco Javier el pasado lunes. El mayor de los hermanos aterrizaba el viernes por la tarde en el aeropuerto Madrid-Barajas acompañado por los agentes del operativo especial desplazado hacia Bolivia para llevar a cabo el rescate. En la misma terminal le estaban esperando su padre, Jorge Paul, y su tío, Andrés. Nada más verlo, se fundieron en un abrazo. La gran ausente en ese emotivo reencuentro era la madre, que permanece en la prisión Murcia II (Campos del Río) desde el pasado 18 de marzo. Magaña está acusada de un delito contra la salud pública.

Los menores han vivido un infierno a raíz del nuevo «oficio» de su madre, que aceptó ser mulera –transportista de droga–. La pareja de ésta, un narcotraficante llamado Carlos, le envió a España con un kilogramo de cocaína. La mujer llegó a Barcelona procedente de Bolivia con una clara misión: vender la droga por 20.000 euros y, posteriormente, enviar el dinero en fracciones de 2.000 euros para no levantar sospechas. El pasado 15 de marzo, cuando Noelia había vendido ya casi toda la droga y había hecho dos envíos de 2.000 euros, se trasladó hasta Yecla (Murcia), su localidad natal, para arreglar los papeles de divorcio, ya que sigue casada con su ex pareja. Allí, la Policía, tras un chivatazo, la detuvo y le encontró 35 gramos de cocaína y 16.000 euros. Su madre, Paquita, no daba crédito a lo que estaba ocurriendo, ya que desconocía la nueva «profesión» de su hija. Tras pasar 72 horas detenida, pasó a disposición judicial y ese mismo día entró en prisión.

Los narcotraficantes dejaron de recibir noticias de ella y, al ver que el dinero no llegaba, Carlos se puso en contacto con la abuela de los niños secuestrados vía WhatsApp para pedirle 5.000 euros, porque sino iba a tener que entregar a los niños a los narcotraficantes como garantía de pago. «Consigue 5.000 euros y saco a los niños de Bolivia», dijo Carlos. A lo que la abuela contestó: «No tengo dinero». «Pues si no tienes dinero, jódete. No volverán a ver a los nenes más», aseveró el narcotraficante, entre insultos como «vieja hija de puta».

Protocolo de secuestros

Las extorsiones no se centraron sólo en la abuela. Al comprobar la imposibilidad de ésta para conseguir la cantidad de dinero solicitada, las amenazas se trasladaron a otros familiares de Noelia Magaña: a Andrés, tío de los niños, y a Jorge Paul, padre de Manuel, el hijo mayor. Las conversaciones empezaron a subir de tono y se cruzaron graves amenazas siempre con la misma idea de que si no les enviaba el dinero los niños iban a morir. «Como se te ocurra entregarles a mis sobrinos, nos las veremos tú y yo», dijo Andrés. Pero el narcotraficante se mostró impasible: «Yo ya no tengo nada que perder», afirmó. El padre de Manuel también se mensajeó con Carlos. «A Manuel ni lo toques, los otros me dan igual», indicó. «Si mañana no está mi dinero empezaré por el mayor de los niños y terminaré por toda tu familia», contestó el narcotraficante. «Ya verás de lo que soy capaz (...) El martes tendrá un hijo menos», añadía, mientras el cruce de insultos subía de tono: «Malparido (...) hijo de puta (...) Besos para tu esposa y tus hijos (...) verás como se cogen a tu mujer antes de morirte», decía Carlos.

Ante el aluvión de amenazas, la familia decidió acudir a la Policía para denunciar la situación. En ese mismo instante la Policía Nacional activó el protocolo de secuestros internacionales dando parte a Interpol, quien coordinó el operativo junto al agregado de Interior de la embajada de España en Bolivia. La sección de Secuestros y Extorsiones envió con carácter urgente dos negociadores a Yecla, al que se unió el negociador territorial de la Jefatura de Murcia para controlar las conversaciones entre los secuestradores y la familia. Además, dos agentes se trasladaron hasta Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) para encargarse de la búsqueda y posterior liberación en colaboración con la Policía boliviana.

La operación ha sido un éxito y se ha saldado con tres detenidos. A pesar de que los dos menores, Manuel y Francisco Javier, estuvieron retenidos una larga semana, su estado de salud parece bueno. Ahora habrá que valorar los daños psicológicos sufridos especialmente por el menor de 11 años, que ya se encuentra en España con su padre. Los agentes de la Policía se sorprendieron de la madurez del mayor de los hermanos que durante el cautiverio tuvo que alimentar al bebé de tan sólo tres meses. Asimismo, les emocionó un detalle que tuvo con otros niños bolivianos. Y es que, Manuel recogió un balón de su domicilio y antes de irse de Bolivia se lo regaló a otros menores más necesitados.

El niño ya ha pasado su primer fin de semana en Yecla, junto a su padre, y trata de recuperarse del trauma sufrido en este secuestro más típico de una película de Hollywood que de la vida real. Ahora el interés principal de los familiares de los menores es que el bebé, que se encuentra en un centro de los servicios sociales bolivianos, regrese a España lo antes posible para reunirse con los suyos y poder poner fin a la que sin duda ha sido la semana más angustiosa de sus vidas.