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Fuga de cerebros... y bicicletas
Un proyecto ideado en Barcelona consigue vender 11.000 unidades a Dinamarca pero no dinero para fabricarla en España
Ya ni siquiera las buenas ideas, las más rentables, son capaces de quedarse en España aunque hayan salido de la imaginación patria. Un equipo de Cataluña ideó un sistema de alquiler de bicicletas que se integra plenamente en el transporte público de cualquier ciudad. Sus características daban por ganador al proyecto y así fue. Tras conseguir un premio por el diseño de las bicicletas y el sistema, recibieron el encargo de fabricar la nada desdeñable cifra de 11.000 unidades. El cliente no era otro que la empresa de transportes públicos de Dinamarca, y, en el momento de empezar, no encontraron la financiación adecuada. Sin este dinero han tenido que vender la licencia y ha sido una empresa holandesa la que desarrollará la idea y también fabricará las bicicletas. Con ello se pierde un negocio y la posibilidad de crear puestos de trabajo en nuestro país.
Pensada para ganar
Las especificaciones del proyecto le confieren todas las de ganar. La bicicleta es bastante pesada ya que está pensada para dormir en la calle e integrarse en el mobiliario urbano, sin causar más barreras arquitectónicas propias. Hace difícil saltar bordillos y es incómodo subirla a casa; además, cuenta con su propio sistema de aparcamiento. Para evitar la costumbre de los robos de bicicletas en los países del norte de Europa, han añadido componentes específicos que no son compatibles con bicicletas convencionales como el sillín no compatible con tija de pistón hidráulico, tensores de regulación antivandálicos, ruedas macizas antipinchazos (no contienen aire) y fundas y cables de acero inoxidable. Su cuadro es de aluminio para disminuir su peso total, incorpora cambio hidráulico del asiento y posee transmisión por cardan y una Tablet-Pc en el manillar que permite darse de alta en el servicio, meter la ruta para seleccionar la mejor y reservar con una aplicación de móvil. El equipamiento informático también es a prueba de vandalismo. Su independencia energética está dotada de una batería que refleja la filosofía de «la última milla». Según ésta es el recorrido urbano de aproximación que realiza el ciudadano después de utilizar el transporte público colectivo.
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