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Un Charles Manson español

La Razón
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l ¿Podemos estar ante un asesino en serie disfrazado de monje?

–Sus 47 años están muy por encima de la edad de los asesinos en serie, que suelen estar entre los 30 y 35 años. Podemos estar ante un caso de una persona con un pasado turbio y que tiene que ver con lo criminal.

l ¿Los vídeos de su gimnasio pueden apuntar algo sobre su personalidad?

–El contenido de las imágenes denota un comportamiento extraño y llamativo. Más allá de la presentación, las escenas de defensa personal parecen una danza macabra. Tienen un elemento amenazador. Nadie había detectado que era una bomba a punto de explotar. Llevaba una vida apartada de la sociedad, en la que daba pábulo y dejaba crecer sus impulsos violentos.

l ¿Por qué sus víctimas son mujeres indefensas?

–Tiene un problema con el cuerpo de las mujeres, por eso las golpea en todos sus miembros como si se tratara de una técnica, una forma de matar.

l Espiritualidad, artes marciales... ¿una forma de vida o un disfraz?

–Es un individuo que posa con tranquilidad budista, espiritual, que se acerca al nirvana. Es realidad es un papanatas muy parecido a Charles Manson, el asesino en serie más conocido de la historia, que engaña a los miembros de una familia y los convierte en una secta. Ha traspasado todos los límites.

l ¿Es preocupante la aparición de asesinos en serie como éste?

–La sociedad está indefensa ante estos sujetos porque no se ha dejado trabajar a los psiquiatras forenses en materia de prevención. Hemos denunciado desde hace años que por población y personas desaparecidas, debe de haber tres o cuatro asesinos en serie actuando a la vez. La defensa del crimen no está pautada. Es un problema político, de prevención. No hay una política criminal coherente. En España hay 12.000 personas desaparecidas de las que no se sabe nada.

l ¿Cómo es posible que haya engañado a todos?

–La falta de conocimiento sobre sectas orientales hizo que lo encumbraran. Nadie sabía a lo que se dedicaba y lo que hacía era cultivar la violencia. Su crueldad fue creciendo y nadie hizo nada.