Medio Ambiente
Un mundo sin ballenas
La caza de ballenas se mantiene impulsada por Japón, que la adorna calificándola como «investigación científica». Algo que en su caso supone «investigar» –y matar– a más de mil ejemplares al año
La caza de las ballenas ha perdido toda épica. Desde el relato más famoso de ballenas –con el permiso bíblico de Jonás–, la novela de Herman Melville, ha quedado como un lejano referente de una tradición secular: la búsqueda y captura de unos ejemplares majestuosos que, para muchos biólogos y naturalistas, tienen sus días contados. Por su importante aporte de grasa y carne, estos grandes cetáceos fueron durante siglos perseguidos por gran parte de los pueblos marineros. El hombre se convirtió en su enemigo natural, ya que las ballenas carecen de depredadores en su hábitat. De hecho, el gran tamaño de la ballena jorobada, la ballena gris y la ballena azul permite disuadir a la mayoría de los depredadores del océano. No así las orcas (Orcinus orca), animales fuertes, de gran apetito y voracidad. Los machos adultos de ballena miden –de media– entre los 12 y los 14 metros, siendo algo más pequeños que las hembras. Su peso oscila entre las 25 y las 40 toneladas. Las ballenas jorobadas se alimentan de krill, pequeños crustáceos parecidos a los camarones y varios tipos de peces pequeños como arenques y caballas. Noruega está ahora cazando una mayor cantidad de hembras reproductoras que podría poner en grave peligro la supervivencia a largo plazo de las ballenas «rorcual minke» en el Atlántico Norte. Al igual que Japón, Islandia inicialmente llevó a cabo un programa «científico» de caza de ballenas. En 1992, se retiró de la Comisión Ballenera Internacional (CBI). En un esfuerzo para manipular posibles soluciones, Japón compró votos y recibió el apoyo de numerosos países. Mediante la solicitud de sus aliados, Japón tradicionalmente ha intentado reunir un bloque de votantes a favor de la caza de ballenas que sea lo suficientemente grande en las reuniones de la CBI. Incluso algunos de los países sin litoral como Mongolia se han unido a la CBI y votan en consonancia con Japón. En el CBI del 2011 se adoptó una propuesta que pretende llevar a una mayor transparencia las decisiones de la CBI y de los votos. Sin embargo, existe un vacío legal en las reglas de la comisión el cual permite la investigación letal de ballenas. A partir de esto, Japón se autoimpone cuotas de más de mil ballenas cada año. Adorna su caza como si fuera una «investigación».
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