Brote de ébola

Un suero de EEUU con nicotina, la esperanza para frenar el ébola

Los dos estadounidenses infectados por el virus reaccionan favorablemente a un tratamiento experimental. El fármaco tiene anticuerpos monoclonales que proceden de la planta de la nicotina

La Razón
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Los dos estadounidenses infectados por el virus reaccionan favorablemente a un tratamiento experimental. El fármaco tiene anticuerpos monoclonales que proceden de la planta de la nicotina

«Parece que está ayudando a los médicos hasta ahora. Ya hemos comprobado que es efectivo en primates y creemos que también lo puede ser en humanos», afirma a LA RAZÓN Erica Ollman, codirectora del Centro de Excelencia de Virus Global y experta en Microbiología. Ella es una de las responsables del desarrollo del tratamiento experimental con el que se están tratando a los dos cooperantes estadounidenses Kent Brantly y Nancy Writebol que han sido trasladados desde Liberia al Hospital Universitario Emory en Atlanta (EE UU) donde se les empezó a dar este medicamento que, por ahora, solo se había probado en monos. «Estamos determinando las estructuras moleculares del virus para entender cómo funciona y cómo atacarlo». A partir de ahí, han determinado un cóctel que combina tres anticuerpos monoclonales que proceden de una planta específica, la Nicotiana (de la misma que se obtiene la nicotina del tabaco), y que se han adaptado para el uso humano. El «suero milagroso» se llama ZMapp y, de acuerdo con el laboratorio que lo ha patentado, Mapp Biopharmaceutical, «se fijó como posible medicamento para acabar con el ébola en enero de 2014 y aún no ha sido evaluado en humanos», aunque «el ensayo clínico está programado que comience en 2015», añade la doctora Ollmann. Lo malo es que, como reconoce el laboratorio, cuentan «con muy poca cantidad disponible actualmente», aunque el laboratorio «está cooperando con diferentes gobiernos para aumentar la producción tan rápido como sea posible», pues ya han fallecido 932 personas, según con los últimos datos de la OMS.

Lo cierto es que el uso de este medicamento experimental también cuenta con detractores –no hay que olvidar que los datos positivos en la evolución de los dos estadounidenses no deja de ser un resultado a corto plazo– y ha hecho que la Organización Mundial de la Salud (OMS), dentro de la reunión de urgencia que se está desarrollando estos días, haya fijado un panel de expertos especial para abordar este tema. «Nos encontramos ante una situación inusual por este nuevo brote de ébola. Es una enfermedad con una elevada tasa de mortalidad y no contamos con ninguna vacuna o tratamiento para combatirla», afirma la doctora Marie-Paule Kieny, asistente a la Dirección General de la OMS. «Necesitamos que los expertos en bioética nos guíen sobre cómo abordar esta situación de forma responsable». La realidad es que la asociación Samaritan's Purse, con la que colaboraban tanto Brantly como la misionera Writebol, fue la que se puso en contacto con el CDC (Centro para la Prevención y Control de Enfermedades, en sus siglas en inglés) para solicitar el uso de la droga experimental. El suero, según afirma la asociación humanitaria, «se lo inyectaron al doctor Brantly cuando aún estaba en Liberia». Además, no se le dio exclusivamente el suero, sino que también le inoculó una unidad de sangre de un niño al que el doctor había ayudado, que superó la enfermedad y que había generado anticuerpos. El propio menor de 14 años se ofreció voluntariamente.

La realidad es que, como apunta el laboratorio, «cualquier decisión en el uso de esta droga experimental en un paciente infectado será una decisión que se tiene que tomar con el equipo médico que se encargue de él y de acuerdo con las guías de la FDA (Agencia del medicamento norteamericana) que regulan este tipo de procesos». Para ello, primero deben determinar si el padre Pajares es un candidato idóneo para participar en este ensayo. «Con nuestra organización no se ha puesto en contacto nadie, ni nosotros hemos solicitado participar. Todo lo está llevando Sanidad», confirman desde la ONG Juan Ciudad, a la que pertenece el misionero. Ildefonso Hernández, presidente de la Sociedad Científica de Epidemiología y ex director general de Salud Pública del Ministerio de Sanidad, asegura que «ante estas situaciones, se está en permanente contacto con todos los países donde se están desarrollando tratamientos o vacunas. Yo recuerdo participar en teleconferencias cuando se produjo el brote de gripe A para ver con cuántas unidades se contaban en cada momento para distribuirlas». Aun así, en ese momento se contaba con medicamentos antivirales que se inyectaban incluso antes de obtener los resultados de los análisis para agilizar el proceso de curación. Si el tratamiento probado en primates no se le puede suministrar a Miguel Pajares, tendrá que conformarse con un terapia intensiva de soporte que consiste en tratar las infecciones, mantener sus niveles de oxígeno y la presión arterial y, por supuesto, controlar los fluidos del paciente, ya que el principal motivo de fallecimiento es el fallo multiorgánico que se produce tras una hemorragia interna. Que este tipo de tratamiento sea efectivo solo cuenta con una posibilidad: la capacidad del enfermo de crear sus propios anticuerpos que combatan el virus, como le ocurrió al menor liberiano que más tarde ayudaría a Brantly.

Aunque el brote no es uno de los más mortíferos –los expertos aseguran que la cepa es de las menos agresivas– se ha extendido más rápidamente que en otras ocasiones y ha afectado a ciudadanos de países desarrollados. Eso ha hecho pensar a más de uno que este es el momento de invertir en su tratamiento y en su vacuna, que también se está ensayando en EE UU. Ollmann no lo tiene tan claro: «El ébola es una enfermedad rara y la suelen contraer personas de naciones pobres. Nunca se va a dar una distribución amplia del fármaco que estamos desarrollando porque los laboratorios no sacan rentabilidad de él. Es un tema humanitario».