Autopistas

Unas vías secundarias igual de seguras que las autopistas salvarían 752 vidas al año

Un estudio elaborado por la Fundación Mapfre, en colaboración con la Asociación Española de la Carretera, ha cuantificado el impacto de ciertas medidas relacionadas con la mejora de las vías públicas en la reducción de la siniestralidad, llegando a la conclusión de que, si la seguridad de las autopistas y autovías se trasladara a las vías secundarias, se salvaría la vida de 752 personas al año.

El objetivo de este trabajo es recalcar el importante papel que desempeña la infraestructura en la seguridad vial. Así, de él también se desprende que las vías desdobladas de alta capacidad (autovías y autopistas) han salvado la vida de un total de 18.370 personas en los últimos diez años.

"Si todo el tráfico que ha circulado en dicha década por autovías y autopistas se hubiera desarrollado por vías convencionales, habríamos contabilizado esa misma cifra adicional de víctimas mortales en España", ha explicado el director del Area de Prevención y Seguridad Vial de la fundación, Jesús Monclús.

Para contribuir a la mejora de las vías, la Fundación Mapfre ha realizado una batería de 24 propuestas, entre las que destaca fomentar las carreteras 2+1, compuestas por dos carriles en un sentido separados por una mediana, que ya se están utilizando con éxito en países como Suecia, Irlanda o Alemania, y que según los cálculos incluidos en este informe permitirían salvar la vida de 338 personas al año.

Además, Monclús ha hecho referencia a la necesidad de promover la tecnología en el vehículo, con sistemas como el e-call (también en los vehículos ya en circulación) y otros de ayuda a la conducción (detección de peatones y frenado automático), así como apoyar la renovación del parque, incorporar líneas longitudinales sonoras en las vías e impulsar la realización de auditorías independientes que permitan comprobar las condiciones de seguridad de las carreteras.

Conductores y velocidad

Para el equipo de la fundación, también es "importante la formación continuada"de los conductores a lo largo de su vida, con especial atención a "padres, abuelos y profesores", que deberían actual como modelo del menor. Además, defienden una formación global de primeros auxilios, unos conocimientos que, según Monclús "debería tener todo el mundo".

Además, plantean la posibilidad de seguir algunos modelos que se llevan a cabo en diferentes países europeos y que mantienen restricciones a los conductores noveles para que accedan de manera gradual a la conducción: como la prohibición de la circulación nocturna o en horario de gran movilidad.

Del mismo modo, apuntan que las velocidades y los entornos seguros también forman parte de la agenda del cambio y en esta línea el informe apunta a la necesidad de fomentar zonas con velocidad máxima de 30 kilómetros por hora, así como la posibilidad de que ciertas normas relacionadas con este punto se pongan a prueba antes de su aprobación.

En este sentido, Monclús pone como ejemplo un cambio de velocidad máxima a 90 en una carretera por la que antes se podía circular a 100 kilómetros por hora. "Se podría observar desde el punto de vista de la siniestralidad, si mejora o no, desde el punto de la movilidad e, incluso, de la opinión ciudadana", ha explicado.

Crisis

Para los responsables de la fundación, son necesarias nuevas iniciativas como estas ante una seguridad vial "en crisis", ya que "las que han servido para reducir los accidentes de tráfico en la última década están agotadas y han alcanzado su límite de eficacia".

La fundación tiene previsto llevar estas medidas a la Comisión de Seguridad Vial y Movilidad Sostenible del Congreso de los Diputados, además de facilitarlas a los ministerios que estén relacionados con las mismas, si fuera necesario, según ha indicado Monclús.