Málaga
«Vi cómo Álex se hundía y trataba de empujarse con los brazos. Me fui»
LA RAZÓN accede a las declaraciones del presunto asesino del niño ahogado en Málaga y de la madre
Juan Antonio estaba haciendo su ronda de vigilancia en el Centro Comercial del Rincón de la Victoria cuando un hombre joven, delgado, alto y con gafas graduadas se le acercó nervioso. Eran las 17:15 del lunes 9 de enero. «He perdido al niño», explicó aquel individuo atribulado. El vigilante, diligente, le preguntó nombre, edad y descripción física del menor. «Se llama Alejandro. Tiene tres años y medio. Es rubio. Lleva botas marrones y pantalón y sudadera beige». El vigilante avisa a sus compañeros y todos comienzan a buscarlo. El individuo les cuenta que él se llama Antonio y que en realidad no es el padre, sino el compañero sentimental de la madre. Caminan apresurados por los pasillos del centro comercial mirando a un lado y a otro. «¡Álex!», grita Antonio aparentemente desesperado. El tiempo pasa y el menor no aparece. El vigilante le pide que le explique en que punto concreto vio por última vez al niño. Buscan, pero ni rastro del pequeño Alejandro. Con el paso de los minutos el hombre que debería haberlo cuidado va modificando su versión y comienzan las sospechas. «Me pareció extraña su actitud y su comportamiento y no me cuadraba la secuencia de los hechos que me estaba relatando, así que pedí a mis compañeros del Centro de Control que avisaran a la Guardia Civil», recuerda Juan Antonio.
Los agentes de la Benemérita olfatean la culpabilidad de Antonio desde el principio. Son años de experiencia detectando embustes. Nada de lo que dice cuadra, pero se resiste a confesar. A media noche, después de un intensísimo trabajo, consiguen horadar su resistencia psicológica y revela dónde está el cadáver. Comprueban que es cierto y lo detienen. LA RAZÓN ha tenido acceso a su confesión.
«Lourdes, la madre de Alejandro, y yo somos pareja desde junio de 2014. Vivimos unas semanas juntos con el niño, pero me fui de la casa después de una discusión gorda. En diciembre volvimos a convivir hasta ahora», comenzó relatando Antonio, pero los investigadores quieren saber qué ocurrió el día del crimen. El detenido se enrolla en datos insulsos. Da la sensación de que tiene pereza en confesar. Disimulan la impaciencia y le dan carrete. La estrategia da resultado. Cuenta que por la mañana habían salido a hacer unos recados y que, en un momento dado se separaron. «Cuando regresé donde ella estaba, me di cuenta de que mi novia estaba hablando por teléfono con un amigo suyo guitarrista. Me cabreé mucho. Me puse muy nervioso. El músico ese era ex novio de Lourdes».
Antonio arde de celos, pero no le dice nada a su pareja. Regresan a casa y a pesar de que sólo les separan unos metros y un tabique, el detenido envía el siguiente mensaje a Lourdes: «Estoy agobiado y con ganas de llorar, me parece que voy a coger mis cosas y listo. Me molesta que estés detrás de tu amigo el de la guitarra. A mí me dicen amigas mías de vernos y les respondo que no porque estoy con mi mujer, que eres tú». Ella le responde también por mensaje tratando de calmarlo.
Comen juntos y al terminar Antonio va a buscar a Alejandro al colegio. «Lo recogí sobre las 15:30. Fuimos por la carretera de los montes a ver a un amigo mío», se justificó Antonio ante los guardias. Sin embargo, los investigadores han preguntado a este conocido del detenido y niega tanto haber quedado con él como tener una casa en el monte. «Fuimos a un mirador cerca del Hotel Humania y merendamos unos donetes». Después caminaron de la mano hacia la zona de la alberca donde fue hallado el cadáver del menor. «Alejandro se subió por el murillo de la alberca. Saltaba y se agachaba. De repente escuché como el niño se caía en el interior de la alberca. Yo no lo empujé. Vi cómo Alex se hundía y trataba de subir empujándose con los brazos. Me fui. No lo saqué del agua porque estaba muy cabreado con Lourdes. Lo dejé allí, sin ayuda. Me fui corriendo al coche. Me asusté de lo que había pasado y llamé a mi madre. Le expliqué que se me había caído el niño al agua. Se puso mi hermana Inma y me dijo que llamara a mi tía Carmen y le contase que había perdido a Alejandro en el Carrefour del Centro Comercial del Rincón de la Victoria». Allí fue donde Antonio trató de engañar al vigilante jurado.
Los investigadores lo creen sólo en parte. Hay datos objetivos que dibujan un crimen planificado y no accidental como trata de pintar Antonio. Lourdes, la madre, durante su declaración, a la que también ha tenido acceso LA RAZÓN, da muchas claves. Cuenta que «al ver que Antonio no regresaba del colegio con Alejandro le mandé un mensaje a las 16:02 en el que le pregunté: “¿Dónde estás?”. Me contestó a las 16:03: “Me lo he llevado al Carrefour”. Yo le respondí con un simple “vale” y el volvió a mandarme otro mensaje a las 16.05: “Cojo algo del hiper para merendar luego en casa”».
Los agentes de la Benemérita creen que a esa hora, el menor todavía seguía vivo. Es decir, que Antonio ya había planificado su coartada y estaba tratando de ponerla en pie ante los ojos de su amada. «A las 17:00 como no tenía noticias suyas, le volví a mandar otro mensaje: “Necesito que traigas el ratón del ordenador si tienes”, pero no me contestó. A las 18:02 le insistí: “¿Qué haces?”, pero siguió sin responder”. Minutos después le llama Carmen, la tía de Antonio, que es como una madre para él. “Me dijo que tenía una mala noticia, que su sobrino había perdido a mi hijo en el centro comercial”».
Las siguientes horas se convirtieron en una pesadilla. Lourdes presenció incluso cómo Antonio cambiaba de versión y decía que había perdido a Alejandro en una playa y no en el centro comercial. La mujer comenzó a temblar y a respirar agitadamente. Le faltaba el aire. «Tuve un ataque de ansiedad. Vino la ambulancia y me llevo al centro de salud». Lourdes sigue sin comprender qué ha pasado: «Antonio era bueno con mi hijo, aunque a veces tenía unos pocos celos de él, pero nada raro. Sí tenía más de mi ex marido. Insistía mucho en que mi ex se llevara al niño todos los fines de semana. Antonio estaba más a gusto cuando Alejandro no estaba, pero nada raro. Me llegó a pedir tener un hijo conmigo: Le respondí que me dejara pensarlo».
Mensajes entre el padre biológico y el novio de la madre
El presunto asesino estaba obsesionado con la idea de que Alejandro se fuera con su padre. Le envió varios mensajes para convencerle de que se lo llevara. Antonio (A): «Veo mejor que te quedes con él. Puedes darle una estabilidad que ella no le puede dar».
-Padre de Alejandro (X): «Ya quisiera yo quedarme con mi hijo y que tuviera una buena vida» (...) Por el bien de ella y de su familia que no le pase nada (...) Vamos al juzgado y que me den la custodia».
-A: «Es a lo que voy. Recógelo el viernes. Y quédatelo. Ve arreglando papeles».
-X: «Sin juzgado de por medio, no. Todo legal».
-A: «Te lo digo por ella. Ha querido quitarse la vida varias veces» (...) Te lo quedas. Está preguntando mucho por ti».
-X: «¿Cómo que me lo quedo? ¿Esto de que va?».
-A: «No te agobies. Yo estoy harto de ella también. Me ha metido en la ruina económica».
-X: «Si tú vas de testigo al juzgado pido la custodia».
-A: «Yo te digo de llevártelo por que no está bien de la cabeza».
-X: «¿Pero a mi hijo lo maltrata?»
-A: «Sí, lo tiene abandonado».
-X: «Con los whatsapps de hoy me voy al juzgado (...). No entiendo de qué va esto».
-A: «No quiere que veas a tu hijo» (...) La madre dice delante de él que eres un psicópata(...) Da mis datos y voy de testigo tuyo».
-X: «Esto no puede seguir así (...). Ya está todo en manos de mi abogado. Por Dios, que a mi hijo no le pase nada».
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