Brote de ébola
«Vienen a vernos y se despiden de nosotras: nos vemos en el cielo»
LA RAZÓN habla con las misioneras
La hermana Caterina, de Togo, es una de las religiosas que se encontraban al cuidado del padre Miguel y de las misioneras Chantal y Paciencia en el edificio perteneciente a las Hermanas Misioneras de la Inmaculada Concepción, dentro del complejo del ahora desierto Hospital San José de Monrovia. «Estamos temblando. A veces viene gente del Gobierno y se lleva a los infectados a un centro de aislamiento. Cuando lo hacen, se despiden diciendo: ''Nos veremos en el cielo''», relata Caterina. El edificio en el que están cuenta con dos plantas. Chantal y Miguel se encontraban en el piso de abajo, y Paciencia en el de arriba. «El padre Miguel está un poquito mejor. Tenemos que tener cuidado porque es mayor. Chantal se encontraba muy tranquila», afirma. Caterina y otra compañera suya, también de Togo, les han dado de comer y les han limpiado. Siempre cubiertas con el mono de protección –«es como un pijama», dice–, que les cubre hasta la cabeza. Afortunadamente, tampoco les faltan guantes para evitar el contacto directo. «Cada uno duerme en una habitación diferente. Y cerramos las puertas para evitar contaminación», dice la religiosa. Ayer se encontraban muy preocupadas por el hermano George, que, como Miguel Pajares, pertenece también a la orden de San Juan de Dios. Su estado de salud ha empeorado en los últimos días. No saben qué tiene. «Padece síntomas parecidos a los de Miguel», dice la hermana Juliana, la otra persona de nacionalidad española que se encontraba en el hospital. Y, como dice Caterina, «aquí ya no hay médicos, no hay enfermeros... No hay nadie».
Las noticias escaseaban en la casa durante una jornada interminable. Al cierre de esta edición, desconocían qué iba a ser de ellas. En teoría, las dos religiosas de Togo tenían que regresar a su país en unas horas. «No nos han dicho nada». Era la frase más repetida por la hermana Juliana, que de vez en cuando pasea por el complejo cuando quiere respirar un poco de aire. «Nos hemos enterado del contagio de nuestros compañeros por los medios de comunicación europeos. Y nadie nos ha dado ningún papel que certifique el resultado de los análisis. Nosotras no podemos hacer nada más», comenta Caterina.
✕
Accede a tu cuenta para comentar