Papel
«Ya es una injusticia lo que nos pasa. Y ahora, esto»
A la madre de Luis Antonio Merino le recetaron un medicamento con el principio activo de la talidomida. Entonces se pensaba que era seguro. ¡Cómo no iba a serlo si se daba a las embarazadas para aliviar las náuseas!, se pensaba entonces. De hecho, en uno de los medicamentos vendidos en España en el prospecto ponía que era «inocuo», según recoge el informe de la Fiscalía. Sin embargo, por culpa de este principio activo, Luis nació con los dos brazos cortos, sin pulgares y sin cúbito. Pasaron los años, y Luis como el resto de los 300 afectados que forman parte de la Asociación de Víctimas de la Talidomida en España (Avite) empezaron a darse cuenta de que sus secuelas tenían un culpable: el laboratorio alemán Grünenthal Pharma que patentó el principio activo de la talidomida. No todos se enteraron igual. En su caso, no había pensado en que podía ser por este fármaco hasta que durante una revisión médica para obtener el permiso de conducir que se le había caducado un médico le comentó que su minusvalía podría ser por la talidomida. «Fui a otro médico, me hice pruebas y soy uno de los afectados». Luis y el resto de víctimas llevan años pidiendo justicia. Ayer el Supremo les dio «un nuevo varapalo. La justicia está un poco atravesada, por decirlo suavemente. Es una injusticia lo que nos ha sucedido y ahora, encima esto», explica. «Estoy operado de las dos manos y trato de apañarme, estoy bien en comparación con otros afectados. Tengo mi trabajo». Es administrativo en un Ayuntamiento. Pero, y a pesar de contar con un grado de minusvalía, «no he recibido ninguna ayuda del Estado ni del laboratorio». Y es que sólo 24 afectados de la talidomida cobraron las ayudas dadas por el Real Decreto aprobado en 2010. Y aunque son pocos, son muchos más que los que han recibido algún tipo de indemnización de la Fundación alemana Contergan, subvencionada por el laboratorio Grünenthal Pharma: diez según el laboratorio, y tres o cuatro según las víctimas (uno de ellos de Avite). Es decir, que al laboratorio alemán le ha salido excesivamente barato el daño causado: fetos que no llegaban a término, niños que nacían y morían antes del mes, bebés sin brazos, con las extremidades cortas... Sólo han indemnizado a 10 españoles, «frente a los 2.800 afectados en Alemania», recuerda el presidente de Avite, José Riquelme. «Toda la vida ‘‘arrastrándonos’’ para pedir algo que es justo y que está demostrado, y por lo que el laboratorio ha pedido públicamente perdón, al menos de palabra, y luego perdemos el juicio», afirma Luis. Y es que las secuelas por algo tildado de atentado por el Fiscal en su informe en al menos tres ocasiones, no debería haber prescrito, porque 59 años después, sus dolencias, su secuelas, no lo han hecho.
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