Marcha del 22-M
Yo, voluntario
«Viernes a las 18:30 a la salida del metro de Ciudad Universitaria». Es el mensaje que recibieron Pedro, Paula, Patricia... De Álvaro y de Duarte, los fundadores de la asociación Más Vida. Ninguno tiene más de 21 años y desde hace casi dos meses andan preparando la manifestación del 22-N. «Estamos volcados en la difusión de la protesta: hemos hecho rutas por parroquias, hemos repartido octavillas, hemos acudido a colegios...Y ahora estamos pegando carteles. Queremos remover la conciencia entre los jóvenes a favor de la vida, que cada día se impliquen más y que el 22 de noviembre se convierta en una gran reivindicación», dice Álvaro Ortega. En julio pasado le invitaron en Polonia a un congreso de jóvenes pro vida y aquello le impactó tanto que decidió poner en marcha, junto con Duarte Falcó, la asociación Más Vida. «Vimos que en España no había nada similar y creo que el mensaje llega más a los jóvenes si te lo da otra persona de una edad similar a la tuya», explica Falcó, de 20 años.
Trasladar el mensaje no es fácil pero «nosotros presentamos una realidad compleja desde una perspectiva positiva y hemos convencido a gente que no coincidía con nosotros, pero todo lo hacemos desde el respeto por las ideas», dice este estudiante de marketing. Si hay algo que le ha marcado a este joven activista provida es vivir «rescates» a las puertas de las clínicas abortistas. «Estuve conversando con una chica árabe de 22 años que estaba dispuesta a entrar en la clínica Dator para interrumpir su embarazo. El mensaje siempre gira en torno a la idea de que hay otras alternativas diferentes a la de acabar con un inocente. El aborto es siempre la peor opción, hay mucha desinformación». A Álvaro también le ha hecho reafirmarse en sus convicciones acudir los viernes con los «rescatadores» a las clínicas abortistas. «Me conmueve ver cómo salen muchas mujeres después de abortar: llorando, apoyándose en los capós de los coches que se encuentran próximos a ellas...La clínica ya no quiere saber nada de ellas una vez que han hecho el negocio y la mujer carga con esa soledad el resto de sus vidas».
La malformación del feto tampoco es un argumento para interrumpir un embarazo, según estos dos jóvenes: «Precisamente por eso o por el hecho de tener una discapacidad una persona necesita ser querida y no repudiada. Ninguno de nosotros sabemos si mañana vamos a estar en silla de ruedas», añade Álvaro. Pedro Echeguren, de 20 años y estudiante de la doble titulación de Derecho y ADE, sabe lo que eso significa. «Juan, mi hermano pequeño, tiene síndrome de down y me parece espantoso que por una discapacidad la gente se plantee acabar con la vida de un ser humano, cuando precisamente para mi familia mi hermano es la alegría de la casa». Pedro está dispuesto a hacer «lo que haga falta» por defender la vida. No sólo acudió el viernes a la cita de Ciudad Universitaria para pegar carteles, también se encarga de la coordinación de voluntarios de Más Vida, vigilará las vallas de protección de la manifestación del próximo fin de semana...y seguirá pegando carteles por sitios estratégicos. «no me siento bicho raro por explicar lo que pienso, veo que la mayoría de los jóvenes no se involucran, pasan del tema, pero yo quiero implicarme. El principal problema es la falta de información que tiene la gente, no se promueven otras alternativas... Hay que decir a la gente la verdad».
Paula de la Peña tiene 21 años y está volcada en un máster de gestión aeronáutica, pero eso no le impide dedicar parte de su tiempo a colaborar con la causa 22-N. Es consciente de que muchas veces el entorno o las dificultades «convierten a la mujer en víctima, pero el Gobierno debería fomentar la ayuda a la mujer». Tiene muy clara su apuesta por la vida después de que su amiga abortara por presión de su pareja. «Una vez me dijo: “¿sabes que si no hubiera abortado mi hijo ahora tendría dos años?” Sus palabras no me han dejado indiferente».
El caso contrario lo ha vivido Patricia Cervera, de 19 años y estudiante de primer curso de Publicidad. «Una amiga cercana se quedó embarazada y vivió el debate interno de abortar o seguir adelante. Yo era la amiga rara que le decía que, por favor, se lo pensase porque la decisión era para toda la vida. Al final optó por tener a su niño, que ahora tiene un año y que es la alegría de la casa. Eso me ha hecho reflexionar». Patricia cree que a los jóvenes sí les preocupa el aborto y hay mucho «empeño e ilusión» por defender la vida el 22-N. «Se palpa en el ambiente».
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