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El arma del fin del mundo

Su nombre es HAARP, está formando por 180 antenas y se encuentra en un remoto lugar de Alaska. En los 90, comenzó a funcionar como un transmisor de alta frecuencia para estudiar la ionosfera. Sin embargo, numerosas voces aseguran que también es un arma para controlar el clima: los terremotos de Irán, los incendios en Australia o las crecidas en Indonesia estarían, supuestamente, provocados por él

Un tranquilo lugar del Mediterráneo. 27 de agosto de 2021. Son las 10:30 y apenas se superan los 23 grados aún. Parece una jornada de playa como cualquier otra: el chiringuito está a punto de servir sus primeras cañas, la crema embadurna cuerpos enrojecidos incluso por debajo de la ropa y las sombrillas comienzan a copar el litoral. Son los últimos días del verano y, claro, hay que apurar hasta el último aliento. Sin embargo, nadie se espera lo que está a punto de ocurrir. De repente, un leve movimiento desmorona el castillo que los niños empezaban a construir en la arena. Casi nadie le presta atención. Habrá sido el agua. Pero lo que, en principio, aparentaba ser algo inofensivo, continúa todavía con más fuerza. Y, entonces, los gritos se imponen al sonido de las olas. La gente corre. Y las piedras de las montañas aledañas caen como témpanos de hielo. Un terremoto de magnitud considerable ha acabado con las vacaciones de decenas de turistas en cuestión de segundos. Es extraño, pues aquí jamás se ha registrado ninguna actividad sísmica. A los pocos minutos, todo vuelve a la calma. Aunque en la cabeza de los afectados sólo ronda una idea: ha sido intencionado. Y así es.

La situación aquí presentada es ficticia. No ha ocurrido. Al menos, de manera probada. ¿Es posible modificar el clima para provocar efectos como éste? Suena a ciencia ficción, pero hay quien defiende que sí. De hecho, la máquina capaz de lograrlo existe. Se trata de HAARP (Programa de Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia), un polémico proyecto que, cada cierto tiempo, vuelve a convertirse en tendencia por los intermitentes enfrentamientos entre Irán y Estados Unidos. “Saltó del papel a la realidad en los años 80 y, desde entonces, numerosas personas aseguran que se trata de un arma de guerra suficiente para provocar distintos desastres naturales”, subraya Pablo López, ingeniero energético. ¿Qué hay de verdad en ello? Su propósito inicial era sencillo: examinar los procesos que ocurren en la ionosfera bajo la influencia solar para mejorar las comunicaciones submarinas, realizar controles cartográficos de zonas remotas o localizar estructuras de complejos subterráneos.

Para ello, se tomó de base un análisis similar llamado ROTHR (Radar Relocalizable sobre el Horizonte). Éste tenía como meta detectar movimientos más allá del horizonte ya que, debido a la curvatura del planeta, los aparatos convencionales no podían hallar puntos que se escondiesen tras este límite. Así, utilizaban esta termosfera como un espejo que reflejase impulsos electromagnéticos que, de otra forma, nunca alcanzarían el otro lado. “Este experimento se destinó, sobre todo, a identificar misiles y aviones durante la Guerra Fría. ¿Por qué esta capa de la atmósfera? Sencillamente porque, gracias a su permanente fotoionización, pueden enviarse señales de radio al cielo para que éstas reboten y puedan viajar largas distancias por el globo terráqueo. Eso es lo que explica, por ejemplo, que podamos hablar con alguien que se encuentra a 7.000 kilómetros de distancia”, añade López. En el caso de HAARP, el objetivo es muy parecido: mandar enormes cantidades de energía para distorsionar el alto cielo y así poder desviar aviones, provocar lluvias radioactivas, condicionar las transmisiones, aumentar las concentraciones de ozono… incluso, existen voces que apuntan a la posibilidad de manipular el cerebro humano.

El medio para conseguirlo son 180 antenas situadas en Gakona (Alaska) que funcionan como un solo proyectilArchivo

El medio para conseguirlo son 180 antenas situadas en Gakona (Alaska) que funcionan como un solo proyectil capaz de emitir mil millones de ondas de radio de alta frecuencia al mencionado estrato. Una vez dentro, interactúan con los llamados electrojets aureales, un conjunto de componentes que generan electricidad y flotan sobre La Tierra. De tal modo que, cuando se deposita dicha potencia sobre ellos, se puede modificar el medio, la corriente y los vientos que se localizan en los mismos. Este es el motivo por el que, durante una tormenta, se cortan los suministros eléctricos o se alteran las conexiones telefónicas. Ahora bien, de ahí a que se pueda modificar el tiempo hay un trecho. Esta es la versión oficial del ensayo liderado por La Marina y las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos. No obstante, hay quienes defienden que detrás de él se esconden otros intereses.

La conspiración

HAARP se desmanteló en 2014 y, un año después, pasó a manos de la Universidad de Alaska Faribanks. Esto quiere decir que, a día de hoy, sus fines son académicos. Pese a ello, no hay que perder de vista que se trata del mayor calefactor de la historia y eso, por supuesto, trae consigo enormes cantidades de teorías conspiranoicas. En especial, cuando van precedidas por conflictos internacionales: al asesinato del general iraní Qasem Soleimani por parte del ejército estadounidense, le siguieron diversas represalias a las bases norteamericanas en el país oriental. Pero no sólo eso: además, tuvo lugar un seísmo de 4,9 grados y la caída de un avión con 176 pasajeros. ¿Provocados? Nadie lo sabe. Aun así, el parlamento ruso señaló al controvertido plan y a sus responsables de causar inundaciones, huracanes, tsunamis o sequías en su propio beneficio. De hecho, al poco tiempo, se produjeron incendios en Australia, crecidas en Indonesia, maremotos en Puerto Rico, erupciones en Alaska… Todo ello, según estos teóricos de la maquinación, por culpa de las citadas antenas.

“Este resultado es parte de una larga historia de indagaciones y desarrollo espacial de naturaleza militar. Las implicaciones de la combinación de estos proyectos son alarmantes… Éste será probablemente vendido al público como un escudo espacial contra la entrada de armas al territorio nacional o, para los más ingenuos, como un sistema para reparar la capa de ozono”, ha señalado en más de una ocasión la científica y activista medioambiental Rosalie Bertell. “Esto podría contribuir a cambiar el clima bombardeando la atmósfera con rayos de alta frecuencia, así como afectar a los cerebros humanos. Tampoco se puede descartar que tenga efectos tectónicos”. Algo que corroboró el creador del experimento, Bernard Eastelund, y que recogieron el científico Nick Begich y la periodista Jeanne Manning en su libro Los ángeles no tocan este arpa. En él, ambos concluyen que este instrumento podría generar anomalías en los dos hemisferios terrestres de forma paralela, dando lugar a continuas desestabilizaciones en los sistemas agrícolas y ecológicos de todo el mundo.

Llegados a este punto, la pregunta se antoja más que oportuna: ¿es esto posible?Archivo

Una explicación lógica

Llegados a este punto, la pregunta se antoja más que oportuna: ¿es esto posible? “Existen muchos datos para pensar que no. Lo primero que hay que destacar es que HAARP no es la creación ultrasecreta que muchos han intentado vender. Tiene sus instalaciones abiertas al público, cuenta con una página web repleta de detalles y es posible visitarlo a través de Google Maps. En segundo lugar, no hay que olvidar que, hoy, es utilizado por estudiantes universitarios para realizar sus ejercicios. Y, en tercer lugar, sus investigaciones están al alcance de cualquiera a través de sus respectivos registros”, explica Rocío García, ingeniera ambiental. Al mismo tiempo, Umran Iban, científico de la Universidad de Stanford, ha reiterado varias veces que este proyectil “difícilmente puede pelear” contra los sistemas naturales del globo: la energía que emite hacia la ionosfera no es absorbida por la troposfera o la estratosfera, donde se producen la mayoría de los fenómenos climatológicos. De esta manera, todo compás electromagnético quedaría reducido a más de 70 kilómetros de altura, donde la radiación del sol es muchísimo más potente que la producida por una antena. Aunque, quizá, no tanto como las confabulaciones.

Objetivo: el alto cielo

Es cierto que HAARP da algún que otro miedillo. Es normal, pero la realidad es que no es la primera iniciativa que cuenta con este objetivo. La Marina y las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos han desarrollado, a lo largo de la historia, otros tantos proyectos militares que tenían a la termosfera como principal pilar. Starfish (1962) fue el primero de ellos y realizó varios ensayos en este nivel atmosférico para alterar la intensidad de los cinturones de Van Allen. Seis años más tarde, SPS (1968) fue más allá y sugirió la posibilidad de crear una constelación de satélites geostacionarios destinada a interceptar la radiación solar y transmitirla en rayos concentrados a La Tierra para su uso posterior. Sin embargo, el experimento que más miradas atrajo tuvo lugar en 1978 y se trataba de una versión mejorada del anterior. Su propósito era destruir misiles y afectar comunicaciones a través de una centella que reuniese todas las características ya mencionadas. Tanto estos planes como aquellos que no han tenido la misma repercusión fueron vendidos al público como ideas orientadas a comprender y mejorar nuestro conocimiento del alto cielo. Incluso, han salido a la luz documentos en los que se hacía referencia a la necesidad de incrementar el nivel de ozono, pero siempre sin mencionar sus fines bélicos. ¿Casualidad?

Vida, conjura y resurrección

  • 1856 | El inspirador de HAARP, Nikola Tesla, nació en mitad del siglo XIX y a él se atribuye la creación de la corriente alterna y de la primera radio.
  • 1980 | La idea abandonó el papel en 1980 y empezó a tomar cuerpo en la década de los 90 como consecuencia de un experimento similar llamado ROTHR.
  • 1993 | Hace 28 años se puso en marcha esta iniciativa y, desde entonces, ha intentado acercar sus postulados al público a través de visitas a sus instalaciones.
  • 1999 | Antes del cambio de milenio, existieron personas que afirmaban que el instrumento había sido empleado para crear catástrofes en Irán, Pakistán, Filipinas…
  • 2005 | Hay algo probado en toda esta trama: a pesar de sus múltiples críticas, dio lugar a la primera aurora boreal producida artificialmente en el mundo.
  • 2014| Las teorías de la conspiración sobre este proyecto son las más populares de la red, aunque han disminuido desde el cierre de las instalaciones.
  • 2020 | 176 pasajeros murieron en el accidente de avión que tuvo lugar en Teherán (Irán) hace un año: se vendió como una represalia de Estados Unidos.
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