Ciencia y Tecnología
Un cerebro humano en el teléfono móvil
La Inteligencia Artificial está más cerca de lo que pensamos de llevarnos a esta situación, pero no es tan simple como pensamos.
La Inteligencia Artificial está más cerca de lo que pensamos de llevarnos a esta situación, pero no es tan simple como pensamos.
Un reciente estudio, presentado en Londres y realizado por la firma Lightspeed Research a petición de Huawei, ha puesto el dedo en la llaga. Se trata básicamente de una encuesta realizada a más de 10.000 personas de una decena de países europeos: Reino Unido, Italia, Alemania, Portugal, España, Países Bajos, Irlanda, Suiza, Bélgica y Francia. Según los responsables, los encuestados eran estadísticamente representativos de cada país en lo que se refiere a edad, género y región.
¿Por qué pone el dedo en la llaga? Por varios motivos. El primero es que los resultados señalan que el europeo medio no es consciente del 99,74% de las decisiones reales que toma cada día. Una cifra sorprendente sin duda. Este porcentaje surge de un cálculo que no fue realizado en el estudio, sino que parte de una cifra que circula en internet y se basa en un cálculo (muy) sui generis efectuado por la Universidad Roberts: tomamos 35.000 decisiones a diario. La historia comenzó cuando investigadores de la Universidad de Cornell llevaron a cabo un estudio entre 200 voluntarios a los que consultaron cuántas decisiones tomaban a diario respecto a la comida. Su primera respuesta fue un promedio de siete. Cuando se les pidió que las contaran en un periodo de más de una semana, el resultado fue mucho mayor: a diario nos preguntamos 221 veces qué comeremos, cómo lo prepararemos, qué vamos a comprar, etc. Basándose en este cálculo, Joel Hoomans, de la Universidad Roberts (experto en recursos humanos), extrapoló las cifras a otras decisiones... sin consultar ninguna encuesta y basándose simplemente en suposiciones en las que incluía decisiones vinculadas a nuestras intenciones de voto, estabilidad de la pareja, qué vestir o elecciones religiosas. Todo ello, sumado, le daba a Hoomans una cantidad total de 35.000. Obviamente esto tardó muy poco en hacerse viral y ser un mantra para consejeros y expertos en economía y recursos humanos. El ligero problema es que si esto fuera cierto, estaríamos tomando decisiones cada 1,85 segundos (durmiendo 6 horas diarias). Sin embargo, el estudio de Huawei pone el dedo en la llaga acertadamente en otro aspecto. Según los participantes del mismo, creemos tomar 92 decisiones cada día. Una cifra que es algo menos de un tercio de las que tomamos cuando pensamos en comida. Y cuando creemos que sólo estamos barajando tres posibilidades al tomarnos una taza de té, haciendo un recreo en el trabajo y mirando la luna, en verdad, la cifra se eleva a 65 (el número corresponde a un estudio realizado por la Universidad de Sussex). Todo esto indica que en realidad somos conscientes de, en promedio, una décima parte de las decisiones que tomamos... como mucho. Sin duda no es el 0,26%, pero sí son muchas variables que nos pasan completamente desapercibidas. Para Walter Ji, presidente de Huawei Consumer Business Group en Europa Occidental, «este estudio demuestra cómo la inteligencia humana funciona exactamente igual que la artificial, operando en segundo plano para permitirnos hacer todo cuanto hacemos. El estudio no solo ha dejado patente una diferencia significativa entre el número de decisiones que creemos tomar cada día y las que realmente tomamos, sino que sus resultados también arrojan luz sobre otras discrepancias similares en nuestra forma de ver cómo invertimos nuestro tiempo y cómo lo usamos realmente». Cuando Ji habla de otras discrepancias se refiere a que la media de usuarios considera que mira su teléfono 22 veces al día, cuando en realidad lo hacemos nada menos que 76 veces. También tenemos la ingenua idea de que pasamos una media diaria de ocho minutos decidiendo qué ponernos, cuando en realidad es el doble: 17 minutos. ¿Qué tiene esto que ver con la IA? Mucho.
Cuando Huawei presentó el primer móvil con tecnología IA incorporada en su hardware (el chipset Kirin 970) inmediatamente afectó a tres parámetros: la duración de la batería (al seleccionar de modo eficiente tareas en segundo plano), a la cámara (procesa unas 2.000 imágenes por segundo) y finalmente a nuestra concepción futura de lo que es la IA.
Los humanos consideramos que los delfines, los perros y los cuervos son inteligentes por una variedad de razones, pero no comparamos su inteligencia con la nuestra. Lo mismo ocurre con la IA. Recientemente, apenas una semana, un estudio publicado por Mikel Artetxe, de la Universidad del País Vasco, demostró que es posible enseñarle a un sistema de inteligencia artificial a aprender idiomas por sí mismo, sin necesidad de un diccionario. Google desarrolló una IA que, a su vez, construyó su propio sistema, el cual es más eficaz que los nuestros.
El microchip Kirin 970 es apenas el comienzo, aún no hemos visto qué hacen con él los desarrolladores de aplicaciones, pero sin duda podrán facilitarnos cualquier proceso de toma de decisiones... en primera instancia. La gran ventaja de la IA es que si bien es inteligente no es humana. Nosotros le ganamos en comprensión de emociones, intuición, creatividad, etc. pero ella nos sobrepasa en cuestión de memoria, longevidad, velocidad, reconocimiento visual y otras. Nunca, jamás, ambas van a competir de igual a igual porque no lo son. En términos energéticos, nuestro cerebro siempre será mucho más eficiente. En cuanto a neuronas, tenemos bastantes más que los microchips más avanzados: nosotros 86.000 millones, el Intel Broadwell-EP Xeon (uno de los más avanzados), tiene 7.200 millones de transistores, no llega al 10%.
Al igual que ocurre con el biológico, ahora comenzamos a darnos cuenta lo que puede hacer un cerebro artificial. Compararlos es una pérdida de tiempo. Complementarlos nos hará llegar mucho más pronto al momento en el que llevemos un cerebro «humano» en el bolsillo.
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