Entrevista

Jalis de la Serna: «Hasta qué punto participamos de cosas que hacen el mundo un poco peor»

Estrena esta noche en laSexta la cuarta temporada del espacio «Enviado especial»

Jalis de la Serna estrena la cuarta temporada de "Enviado Especial"
Jalis de la Serna estrena la cuarta temporada de "Enviado Especial"Atresmedia

El periodista Jalis de la Serna no sabe estarse quieto. Su dedicación por los reportajes de impacto vuelve a laSexta con seis nuevos episodios de «Enviado Especial», el programa de investigación que esta noche emite su primera entrega. Para la cuarta temporada, De la Serna vuelve con historias incómodas en sus viajes por Asia, África y América.

¿Cuándo nació esa vocación por ir más allá del periodismo de oficina y ponerse en peligro?

Creo que fue cuando empezamos a planificar la primera temporada de «En tierra hostil». Entendimos con «Encarcelados» que ese pequeño factor de riesgo hace interesante nuestro contenido para los espectadores. Y estamos buscando contenidos que, te implicasen, investigar temas que no fueran muy conocidos. Sabíamos que podíamos, digamos, asumir cierto factor riesgo a la hora de hacer los programas y estábamos convencidos de que queríamos hacerlo, de que había cosas interesantes que mostrarle el mundo y que estábamos dispuestos a afrontar esos riesgos. Fue escuchando la radio una noche en el programa «La Rosa de los Vientos», de Onda Cero, que escuché hablar del tema del coltán, que era poco conocido, aunque ya se había hecho algún reportaje anterior al nuestro. Empezamos a investigar con el tema del coltán y vimos que sí que se podía hacer un reportaje, en aquella ocasión estuvimos un poco gestionando los temas sobre la marcha y viendo qué sitios. Una vez que tenía planificado el Congo, teníamos claro que el programa sería «en tierra hostil». Surgió el tema de hacer el reportaje de Ucrania. Nos enteramos que San Pedro Sula en aquella temporada era la ciudad en la que mas gente moría de forma violenta a lo largo de un año en Honduras. Entonces, los íbamos haciendo, y dijimos, qué gratificante es contar estos temas. Es verdad que estamos asumiendo riesgos, pero cuando tienes un resultado, de hacer denuncia en condiciones, bien armada y realmente el factor de haber corrido riesgo, pues también aporta mucha emotividad en lo personal. Realmente descubrí una vocación.

En esta temporada habéis dado un paso más y os encanta hacernos sentir incómodos: tocar temas que nos tocan muchísimo más de cerca.

Esta cuarta temporada es especial. Algunos entornos son, hasta cierto punto, complicados. Hay que pensar que hemos estado en la selva, en Costa de Marfil, en vertederos ilegales en Ghana, en África. Lo que realmente hemos querido es dar ese paso de incomodar. Está claro que el periodismo tiene que incomodar, si no, son relaciones públicas. Tiene que incomodar, inevitablemente, y sobre todo si pretendes hacer reportajes que tengan un factor de denuncia. En ese sentido, tenemos reportajes incómodos pero no gratuitamente. Cuando descubres, por ejemplo, el fenómeno de la «fast fashion», que es el primer programa que hacemos. Es decir, ¿cómo hemos podido llegar a convertir un país como Ghana, con una riqueza natural inmensa, en el vertedero del Occidente? Y ahora también de oriente, porque también está llegándoles la ropa de China. Te quedas alucinado de cómo ha sido un proceso que a lo largo del tiempo se ha producido y al final el hecho de que yo compre 10 o 30 prendas de ropa al año, tiene importancia. ¿Por qué? Por el mero hecho de que los armarios tienen un espacio limitado, en el momento en que tú compras 30 prendas de ropa, tienes que tirar 15 o tienes que tirar 20, tirar o donar. Lo que creemos que es donar la ropa. Nosotros hemos descubierto que no es donar la ropa, sino que tú estás llevando la ropa a un contenedor con tu mejor intención, pensando que va a ir a una parroquia y que va a ir a la gente que la necesite en tu vecindario. Y no es así, se hace un gran negocio con la ropa de segunda mano y realmente vemos que ese negocio ha llevado a convertir un país como Ghana en un vertedero. Nosotros no teníamos ni idea, hasta hace unos meses que grabamos este reportaje, que participamos activamente de algunas acciones globales que están destruyendo el mundo, o que están perjudicando a algunos países del mundo. Los paquetes de cacao que comemos, chocolate, o el cacao soluble que desayunamos, realmente tienen unos sellos porque se han hecho a través de un comercio justo, se han respetado los derechos humanos a la hora de hacerlo, se han hecho por unas condiciones en las cuales se ha evitado desforestar. Pues hemos ido a Costa de Marfil, que es el principal productor de cacao a nivel mundial, y hemos comprobado como todo eso realmente se incumple. Hay un entramado de pequeñas explotaciones, explotaciones mas grandes, personas que compran determinadas explotaciones, al final el cacao prácticamente se mezcla todo y todo viene a Europa, blanqueado a través de las empresas exportadoras, Y la realidad es que para que un niño desayune el cacao soluble en Europa, un niño tiene que empuñar un machete en África y cultivar cacao. Es así de triste. Y participamos de ello, seguramente sin darnos cuenta. Y lo que queremos es que seamos conscientes de hasta qué punto estamos participando de cosas que están haciendo el mundo un poco peor y podamos aportar soluciones para, entre todos, intentar hacer un mundo mejor.

De todos los episodios, ¿cuál tendría que ver el espectador inevitablemente?

Es imposible quedarse sólo con uno de los seis. Todos tienen puntos muy interesantes. Por ejemplo, en Costa de Marfil hemos visto cómo el hecho de podamos consumir cacao a precios asequibles o a precios baratos, implica que haya trabajo infantil. En la India, hemos hecho un tema súper interesante de lo que va a ser la próxima pandemia a nivel mundial: la resistencia a los antibióticos, que hemos contado con la presencia de Bruno González Zorn, el mayor experto a nivel mundial. En el 2040, dicen los expertos, puede causar la muerte de 10 millones de personas. Hemos hecho un reportaje de Dubái. Hasta ahora siempre nos hemos parado a mirar el lujo. Y nosotros hemos hecho un reportaje enfocándolo desde la huella climática que implica mantener todo ese lujo: una ciudad que se ha construido en medio del desierto en 30 años; para enfriar edificios de 150 plantas, hay decenas de ellos, para mantener todos los vuelos en el helicóptero y los coches de gran cilindrada, la huella de carbono es inmensa; es incomparablemente la más alta del mundo. Hemos estado en Turkmenistán, el país más hermético del mundo y que tiene paralelismos con Corea del Norte. Tiene más influencias de Europa e incluso hay una embajada de la UE, y algunos paises europeos tienen embajada ahí. Hemos reflejado Turkmenistán como un país que controla mucho la información y restringe el uso de internet para sus ciudadanos. Y lo hemos conocido bien por dentro y hemos podido reflejarlo. También hemos hecho un enfoque de República Dominicana, que tal vez es el tema más conocido de los que hemos hecho, que es el tema de la explotación sexual. Hemos hecho hincapié en las circunstancias que llevan a que se produzca esto y hemos puesto el foco también un poco en el turismo sexual. Hay que pensar que una de cada cinco personas que van a República Dominicana, hace el viaje con el fin de mantener relaciones sexuales. Hemos visto que la prostitución no deja de ser una forma de esclavitud lamentable en el siglo XXI, y que el turismo español participa de ello. Hemos hablado con prostitutas, con clientes y con las personas que hay alrededor del mundo de la prostitución en República Dominicana. Muchas veces es la falta de oportunidades y las circunstancias las que llevan a las mujeres a tener que ejercer el trabajo sexual en contra de su voluntad. Siempre.

¿Y cuál fue el más arriesgado?

Teniendo en cuenta que los riesgos los hemos tenido controlados en todo momento, diría que ha sido el de Costa de Marfil. Hemos tenido que pasar checkpoints, que llegar a lugares recónditos en la selvas de Costa de Marfil para reflejar que hay niños e trabajando en los campos de cacao.