Sanfermines
101 años en el tendido
Pamplona es tan insólita que atesora imágenes tan dulces y únicas como una dama de 101 años bebiendo champán y viendo los toros. El pasado jueves 11 una pamplonesa que reside en la Casa de Misericordia estuvo presenciando la corrida de Victoriano del Río en las sillas del Casino. Con una vitalidad sorprendente, la simpatía propia de la tierra y la lucidez como bandera trasegaba incesantemente champán sin perder detalle de la corrida de toros. Esta estampa que solo puede darse en el coso navarro es también el resultado de la obra social de la Meca. Entre tanto circo, bullicio y cachondeo, siempre debe quedar un hueco para ensalzar una obra benéfica única de los gestores de la plaza y de la propia Casa de beneficencia. La Comisión de la Casa de Misericordia que organiza cada año una feria seria y rigurosa tiene un trasfondo humano, todos los beneficios se destinan a ese fin. Que las recaudaciones puedan mejorar la calidad de vida de muchas personas mayores y necesitadas que reciben el regalo de los fiesteros.
Por eso no solo esa gran dama centenaria tiene la posibilidad de venir a los toros y ser agasajada por todo el que quería darle un beso y homenajearla, sino de todos aquellos que tras la suspensión por el diluvio del lunes rompieron adrede su entrada para no pedir la devolución a la que tenían derecho. Tierra bizarra y auténtica que tiene un espejo universal en una pequeña y recoleta labor asistencial de la que nos sentimos orgullosos todos los que compramos un abono de Sanfermines. Levanto mi copa de espumoso y quiero brindar por esa musa pamplonesa.
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