Castella y Ureña salen a hombros

Tercer festejo de feria. Toros de Núñez de Tarifa, nobles y faltos de raza en su conjunto. El mejor, el primero. Menos de media plaza.

«El mandar se consigue cuando se hace que el toro se movilice tras el engaño, siguiendo la voluntad del diestro», decía José María de Cossío. Pero para ello es necesaria la casta de los astados, algo que brilló por su ausencia, salvo en el primero, que llegó a la muleta de Castella con buen son. El francés compuso una faena con temple y sentido de la medida. Mató de gran estocada y cortó dos orejas. Con el cuarto no pudo redondear el triunfo. Logró tandas aceptables pero falló con los aceros. Saludó desde el tercio y recibió un aviso.

Perera estuvo variado con el capote y mostró entrega y grandes deseos de triunfo. Mató bien a sus dos toros, pero la falta de fuerza del primero le impidió cualquier opción de triunfo. En el quinto logró algunas series lucidas, pero de nuevo se estrelló contra la poca clase de su oponente. Saludó desde el tercio.

Paco Ureña mostró tanto en el tercero como en el sexto bis, un toro jabonero del mismo hierro, las credenciales de su tauromaquia: valentía, entrega y decisión, no faltando el buen gusto. Cortó una oreja en cada toro.