Feria de San Fermín
Cayetano a hombros; Roca a la enfermería
Ambos cortan dos orejas con un buen encierro de Jandilla; Rey resulta herido en su reaparición.
Ambos cortan dos orejas con un buen encierro de Jandilla; Rey resulta herido en su reaparición.
Pamplona. Séptima de la Feria de San Fermín. Se lidiaron toros de Jandilla y 1, de Vegahermosa, bien presentados en general. El 1º, va y viene pero sin entrega ni transmisión; el 2º, de buena condición pero rajado; el 3º, manejable y noble; el 4º, de buena condición y con calidad; el 5º, de buena condición; y el 6º, encastado, noble y más corto en el viaje. Lleno en los tendidos.
Miguel Ángel Perera, de gris plomo y oro, estocada baja (silencio); pinchazo hondo, aviso (saludos).
Cayetano, de turquesa y oro, estocada contraria (oreja); estocada tendida, aviso, dos descabellos (oreja).
Roca Rey, de negro y oro, pinchazo, estocada trasera, aviso (oreja); estocada y herido. Tres descabellos Perera (oreja).
Parte médico: «Herida por asta de toro en cara interna de muslo izquierdo con dos trayectorias, una en profundidad que diseca músculo recto interno y adductor mayor con contusión del adductor mediano de 10 cm de profundidad y otra de 10 cm en dirección distal. Presenta también varetazo y contusión abdominal siendo la ecografia Normal. Pronóstico reservado. Intervenido por los Dres: Hidalgo-Oteiza-Menéndez-De Carlos. Firmado: Dr. Ángel M. Hidalgo, cirujano jefe de la Plaza de Pamplona».
Tardó en pisar tierra pamplonica pero vino con la lección aprendida y con inyección de moral. Un porrón de fotógrafos y admiradores le hacían círculo ya desde el patio de cuadrillas. Un patio de cuadrillas tan particular. Da vértigo. Será por su forma de embudo y por que desemboca después en esa altura de la plaza, tan en vertical... O será, tal vez, porque sabes que después sale ahí, a pocos metros, ese pedazo toro por el que tantos sufren desvelos, corredores, toreros, y hasta los muchos espectadores que no perdonan enchufar TVE a las ocho de la mañana. Doy fe con mi sobrina Lucía. Día tras día. Año tras año. Ilusión que crece. Eso puso de sobra Cayetano en su puesta en escena. En todo. Desde la larga cambiada con la que recibió al toro hasta el final. Tuvo buena condición el de Jandilla porque sacó nobleza en las telas con el defecto, desde salida también de querer irse, pero buen cómplice. Con molinetes de rodillas mantuvo la atención de Sol/sombra Cayetano en los albores y perspicaz para que el toro no se le fuera, en el centro le mató de una estocada punto contraria, tras una faena armada de buenas intenciones. Le cortó una oreja con mucha fuerza y más petición. Y otra sumó de un quinto de extraordinaria calidad. Colocaba la cara a ras de arena, con ritmo y nobleza. Buen Jandilla. En la verticalidad compuso esta vez casi toda la faena Cayetano después de que Iván García pusiera dos pares de banderillas soberbios. Vertical y relajado, faltó ajuste, ese talón de Aquiles que convierte su toreo en superficial. Los adornos y desplantes acabaron de calentar y a pesar de que la espada no tuvo la contundencia total cortó la oreja con la que abría la Puerta Grande de Pamplona.
Reaparecía Roca Rey y no defraudó en su versión de entrega absoluta. Siempre al filo, en el aire, desde que decidió torear, al poco de salir el toro, por endebles gaoneras a una arrucina final de San Fermín mediante. Entre una cosa y la otra quiso el torero y se dejó hacer el noble jandilla. El público no se despistó con la faena en ningún momento, por lo que pudiera pasar. Y acabó por pasar que cortó una oreja. El sexto resultó encastado, cerraba un buen encierro de Jandilla, de buena condición también aunque tomaba mejor la muleta que la soltaba. Creímos que nos íbamos en son de paz pero no fue. A la faena de Roca no le faltó voluntad, quizá sí entendimiento en las distancias y los tiempos, pero nos cambió el cuerpo cuando le hirió justo al entrar a matar. Otra vez. De nuevo Roca. Tan mal sabor de boca. Le remató Perera pero cortó otra oreja, la que le daba la Puerta Grande, aunque la festejara en la enfermería.
Calidad y buen ritmo tuvo el cuarto de la tarde. Y lo aprovechó Miguel Ángel Perera sobre todo en el primer tramo de la faena, antes de que el toro acusara y se parara un poco más. Un pinchazo hondo fue bastante para rematar aquello y salió a saludar. Con más discreción pasó con un primero sosote y deslucido que nada tenía que decir. Y no dijo. La cogida de Roca nos dejó del revés.
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