Ferias taurinas
Cuando un Comino sí importa
Luis Bolívar corta una oreja a un gran toro de Cuadri en Castellón
Castellón. Séptima y última de la Feria de la Magdalena. Se lidiaron toros de Miura, Victorino Martín (2º y 5º) y Cuadri (3º y 6º), muy bien presentados en conjunto y de juego desigual. El 6º, premiado con la vuelta al ruedo, fue el mejor. Media entrada.
Rafaelillo, de grana y oro, estocada, tres descabellos (silencio); estocada (vuelta). Uceda Leal, de azul pavo y oro, pinchazo, estocada, dos descabellos, aviso (ovación); estocada (ovación). Luis Bolívar, de azul noche y oro, media estocada, doce descabellos (silencio); estocada caída (oreja).
Parte médico de Manuel Molina: «Luxación de escafoides de la mano izquierda pendiente de pruebas radiológicas». En varas, Pedro Iturralde picó magistralmente al segundo toro.
El juego del toro que cerró plaza y feria fue lo más destacado del último festejo magdalenero. Comino, de Cuadri. Un toro bien armado, bien hecho, con cuajo. Ovacionado de salida. Ya en los lances de recibo de Bolívar evidenció su buena condición, tomando el engaño como a cámara lenta aunque con una ligera tendencia a revolverse, si bien después se corrigió. Se arrancó de muy lejos al caballo, al que acudió dos veces y no fue una tercera porque el presidente se negó a que fuese una tercera. Llegó entero al último tercio, con transmisión e importancia.
Repetidor, acometedor, yendo desde mucha distancia a la muleta, a la que entró siempre arrastrando el morro por el suelo, con tranco y nobleza. Duró, además, mucho en una lidia en la que se mostró incansable y sin un mal gesto por ninguno de sus dos pitones, sin un renuncio. El torero colombiano anduvo con él aseado, templado sobre todo por el lado derecho aunque quedó la sensación de que el animal merecía más. Al final hubo una tímida petición de indulto y la estocada baja que acabó con él no fue de recibo aunque sí muy merecida la vuelta al ruedo con que se premió su brava pelea. Nada que ver con el manso y mirón tercero, que embistió a media altura y cierta nobleza y con el que Bolívar no acabó de entenderse, desplazándole siempre hacia afuera.
No fue el día de Miura. Y si Rafaelillo estuvo valiente con el manso, incierto y con mucho peligro que abrió plaza, con el cuarto tuvo que lidiar a la antigua. Fue un toro, de casi setecientos kilos, que ya creó problemas en el sorteo, estando casi cuatro horas para ser enchiquerado. Luego costó otro buen rato el que se hiciese presente en el ruedo. Cuando lo hizo fue enterándose, huyendo de los caballos, a los que hasta siete veces, y obligando al murciano a buscarle las vueltas de pitón a pitón y macheteándolo antes de jugarse el tipo para dejar una gran estocada.
Y también hay que anotar en el haber de esta última corrida de Castellón los excelentes derechazos que Uceda Leal enjaretó a su primer victorino, encastado, con raza y movilidad y que terminó levantando los pies del suelo a su matador. El quinto fue mucho más soso y apagado, más remiso a la embestida y lo mejor de Uceda fue la fenomenal estocada con que acabó con él.
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