Ferias taurinas
Culteranos, conceptistas y paisanos
Román, Góngora y Soler empatan a una oreja ante una sosa y manejable novillada de El Parralejo
Castellón. Tercera de la Feria de La Magdalena. Se lidiaron novillos de El Parralejo, bien presentados, cómodos, justos de fuerza, manejables pero sin emoción. Alrededor de media entrada.
Román, de purísima y oro, estocada entera (oreja); media estocada y descabello (ovación). Lama de Góngora, de espuma de mar y oro, estocada entera (oreja); dos pinchazos, bajonazo (ovación). Vicente Soler, de burdeos y oro, estocada entera, dos pinchazos, metisaca y catorce descabellos, dos avisos (silencio); estocada entera (oreja). Debutó con picadores. De las cuadrillas, destacaron Miguel Ángel García, César Fernández y Raúl Martín.
Había despertado interés la novillada incluída en el abono magdalenero y se notó en la afluencia de público -aparte de que, por fin, desapareció la lluvia- que casi llenó la mitad de la plaza. Se anunciaban tres novilleros de corte radicalmente distinto. Uno, Román, entregado, valiente, vivo, resuelto, más curtido. Otro, Lama de Góngora, con fama de artista, de formas clásicas, e inspiración y fantasía. Y un tercero, que debutaba con caballos, Vicente Soler, castellonense, bullidor, vistoso, efectista y no menos dispuesto. Ninguno se salió del guión previsto ni de lo que de ellos se esperaba. Los tres cumplieron conforme a sus respectivas etiquetas y cada uno se fue de la Magdalena con una oreja y con la vista puesta en la inminente feria de fallas, donde continuarán examinándose y cumpliendo etapas.
Sí que se esperaba más de los novillos de El Parralejo, ganadería triunfadora el pasado año en esta feria y que en esta ocasión trajo un encierro bien presentado, con más cuajo por detrás que de cabeza, pero que no terminó de romper. Noblón y manejable pero al que le faltó más agresividad, más empuje, más chispa, bravura, quizá.
Y eso lo notó, de manera negativa, Román, a quien le va mejor el oponente con más casta y chulería, con el que luce más porque también saca la suya a relucir. Con un lote blando y suave pero como adormecido puso de manifiesto su oficio y su progresión. Templó muchísimo a su primero, al que toreó con mucha parsimonia y del que estuvo siempre por encima. Su segunda faena fue un poco a saltos, provocando, con desparpajo y malicia, como si de un Quevedo del toreo se tratase, a un novillo que no acabó de darse por aludido.
El sevillano Lama de Góngora no defraudó a los que buscan un diestro de maneras y formas cultivadas, nada extravangantes y siempre concisas, aunque dando espacio a la improvisación aunque sin salirse de la norma ni la regla, con un punto de afectación, más culterano, haciendo honor a su apellido. Montó dos faenas intermitentes e irregulares, con chispazos y destellos de muchos quilates, sobre todo en el tramo final de su segundo trasteo, pero sin unidad y, lo peor, sin emoción, en buena parte, por la poca acometividad de sus novillos.
También el debutante Vicente Soler hizo lo que sabe y sus paisanos le aplaudieron cuando desarrolló lo que de él se esperaba. Tiró de repertorio con la capa, anduvo desigual con banderillas y se mostró tan entusiasta como, logicamente, falto de rodaje, con la muleta. Lo peor fue a la hora de matar al utrero de su debut. necesitando un rosario de golpes de verduguillo y estando a punto de ver como su primer novillo se iba vivo a los corrales.
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