Zamora
David de Miranda: «Después del calvario la vida me tenía guardada esta tarde tan mágica»
Hace poco más de un año el diestro onubense estaba ingresado en el Hospital de Parapléjicos de Toledo, tras sufrir un grave percance en Toro (Zamora)
El joven David de Miranda se convirtió hoy en la gran revelación de San Isidro con un triunfo tan inesperado como auténtico y rotundo, y abrió la Puerta Grande entre el clamor de una plaza que vivió con gran intensidad su faena de dos orejas al sexto toro: «La vida me tenía guardada esta tarde tan mágica». Además, en la tarde de su confirmación, en su única comparecencia en la feria y su único contrato que tenía cerrado hasta la fecha. Todo se conjuntó para que este joven onubense saliera hoy de Madrid reforzado, pidiendo sitio y uniéndose a ese elenco de toreros jóvenes que tanto ilusionan en la actualidad. «La verdad que mejor no ha podido salir la cosa. Esto es más que un sueño. Jamás en la vida podía imaginar que iba a cuajar un toro así en Madrid. Más todavía después de cómo estaba yendo la tarde. Pero así es la vida. Y el toreo. Impredecible. Y por eso este mundo es tan maravilloso», señalaba a Efe momentos antes de ser aupado para salir a hombros de la Monumental madrileña. “Ahora mismo me acuerdo de muchísimas personas, de mi padre que ya no está, de todos los que han estado conmigo en esa lucha tan dura que he llevado estos últimos tiempos», remarcaba haciendo alusión al duro percance sufrido hace dos años y que a punto estuvo de dejarle postrado en una silla de ruedas. Después de casi un año de dura rehabilitación en el hospital de Parapléjicos de Toledo, De Miranda volvió a sentirse torero en la el año pasado en feria de la Merced de Huelva, su tierra; y de ahí a la tarde de hoy, en la que, despojado de todos los fantasmas del pasado, se ha encumbrado como una firme revelación del toreo actual. «Después del calvario la vida me tenía guardada esta tarde tan mágica. No tengo palabras. Estoy tremendamente feliz. Ahora toca disfrutar y saborear esta Puerta Grande que tantas noches había soñado con abrir», concluía.
Otro triunfador en la tarde, aunque en menor escala, fue Paco Ureña, que volvía a Madrid después del fatídico percance en la pasada Feria de Albacete, y que le costó la pérdida de un ojo. El murciano fue recibido por la afición como un héroe y, como tal, se entregó de tal manera que acabó arrancando una meritoria oreja. «Ha sido una tarde muy importante, de muchas cosas bonitas. La ovación de Madrid ha sido increíble, una muestra del cariño mutuo que nos profesamos. Luego, además, las cosas han ido bien, creo que he dado buen nivel con los dos toros, me he entregado al máximo, y al final eso aquí la gente lo capta enseguida», reconocía. «La oreja es el premio tangible de una tarde muy bonita, pero lo importante es que estoy aquí de nuevo», concluía.
Menos satisfecho salía de la plaza Julián López «El Juli»: «Ha sido una tarde aciaga en todos los aspectos. El viento ha molestado mucho y los toros tampoco han ayudado. El primero ha sido muy deslucido, y el otro, aunque con cierta nobleza, tampoco ha acabado de romper. Me queda otra tarde, a ver si en esa puede ser», decía. Sobre la polémica devolución de su segundo toro en el último tercio, el madrileño decía: «Yo no entiendo mucho de leyes, pero creo que la decisión ha sido buena para el espectáculo y para el público, aunque luego el sobrero no haya ayudado. Pero ya era más que el simple hecho de haber ido a por la espada y restar una faena a la tarde». EFE
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