Ferias taurinas
Ejercicio de pito y confusión
Ventura, El Juli y Talavante dan una gran tarde pese a lo desigual del ganado
Ventura, El Juli y Talavante dan una gran tarde pese a lo desigual del ganado
Feria de Albacete. Octava de feria. Se lidiaron dos toros para rejones de la ganadería de Ángel Sánchez y Sánchez, buenos, y, para lidia a pie, dos del hierro de Domingo Hernández, segundo y tercero, y dos de Garcigrande, desiguales. Lleno. w Diego Ventura, pinchazo y rejonazo (ovación); rejón y descabello pie a tierra (oreja con petición de otra y dos vueltas al ruedo).w El Juli, de jade y oro, media (silencio); entera (dos orejas tras aviso). w Alejandro Talavante, de esmeralda y oro, entera (dos orejas); dos pinchazos, entera y cuatro descabellos (silencio).
Vaya por delante, por si alguien se queda sólo con el titular, que la corrida de ayer dio para mucho y fue triunfal y, por fases, brillante, saliendo a hombros, con toda justicia, El Juli y Talavante, y casi casi Diego Ventura, que también estuvo muy bien. Pero vivimos tiempos confusos y revueltos y la gente no suele estar contenta con nada. La cuestión es protestar y llevar la contraria. Pese a que hubo mucho de interesante y bueno en el ruedo, muchos espectadores protestaron airada y hasta con mala educación y peor estilo cuando desde el palco se negó la segunda oreja a Ventura y volvieron a oirse denuestos y silbidos cuando El Juli paseaba las dos orejas de su segundo toro. Un despropósito.
Lo bien cierto -¿o no?- es que se lidió un encierro -con dos toros para rejones de Ángel Sánchez y Sánchez y cuatro de Domingo Hernández-Garcigrande- de juego desigual pero con lotes parejos para el triunfo de cada uno de los actuantes.
El primero que lo consiguió fue Alejandro Talavante, que se las vio con un primer oponente manso en el caballo pero noble y pastueño en la muleta, luciendo el extremeño al torear primero en redondo y luego al abandonarse a su toreo sui generis, dejando un trasteo original e imaginativo rematado con una inapelable estocada. Con el que cerró plaza, sin entrega y muy a la defensiva, entrando al paso y frenándose, abrevió ante lo obvio.
El Juli, que nada puso sacar en claro de su muy blando primero, con el que se lució al veroniquear tanto a pies juntos como con el compás abierto- toreó al cuarto -cuya muerte brindó a Manuel Escribano- con parsimonia y mucha suavidad, bajando poco a poco la mano en una sucesión naturales-circulares-naturales de eje inmóvil, componiendo una faena de muy largo metraje para disfrute propio y ajeno.
Actuó por delante Diego Ventura, que explotó en su segundo turno en una actuación siempre a más y en la que, sobre “Sueño”, entusiasmó al llevar a dos pistas a un toro también cada vez más encelado, y maravillando cuando bailó a lomos de “Chalana” o al clavar al violín con “Remate”, pidiendo la gente con mucha fuerza una segunda oreja que no llegó. Con el que abrió plaza no acabó de conectar con la gente.
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