La Rioja
Espada, inyección arnedana de confianza para Madrid
Importante oreja del madrileño que ya vela armas para el jueves en la Feria de Otoño
Arnedo Arena (La Rioja). Cuarta de la Feria del Zapato de Oro. Se lidiaron novillos de Guadalmena, bien presentados y parejos de hechuras. El 1, de poco motor y sin clase; el 2, con genio hasta rajarse; el 3, descastado y sin transmisión; el 4, bravo novillo, repitió y humilló por abajo con clase; 5 y 6, nobles y colaboradores. Menos de media entrada.
Francisco José Espada, de espuma de mar y oro, estocada trasera y caída (silencio); estocada caída (oreja).
Álvaro Lorenzo, de coral y oro, estocada, aviso, tres descabellos (silencio); aviso, media atravesada, dos pinchazos, segundo aviso, dos descabellos (saludos).
David de Miranda, azul eléctrico y oro, bajonazo (silencio); estocada casi entera desprendida, dos descabellos (silencio).
Después de su irrupción en San Isidro, Francisco José Espada apostó fuerte en este tramo final de septiembre, mes por excelencia para los novilleros. Arnedo y Otoño en 48 horas. El pupilo de César Jiménez solventó ayer con holgura el primero de los dos retos al cortar una importante oreja del bravo cuarto merced a una tenaz faena en la que destacó su toreo al natural.
Ese cuarto utrero rompió la dinámica de la primera mitad del festejo. Buen novillo el de Guadalmena que, desde que salió de chiqueros, humilló sin parar. Por abajo y con recorrido. Puso en apuros, de hecho, a su lidiador en los lances de recibo, pero con la franela Espada supo cogerle en muchos momentos la distancia para engancharlo. Hubo dos tandas muy buenas al natural en las que pudo correr la mano con gusto. Ligadas y profundas provocando la embestida de la res. Muy firme. Largos y con sabor, los de pecho. Cuando acortó la distancia, más ahogado, le costó más al animal. Pese a ello, sin la ayuda, hilvanó seis o siete luquecinas que terminaron de calentar al tendido. Se volcó en la suerte suprema y dejó una estocada algo caída de efecto fulminante, que puso en su mano el trofeo.
Previamente, en el que rompió plaza con un novillo al que no le sobraron las fuerzas y que salió renqueante del encuentro con el caballo. Luego, en la muleta, se dejó hacer, pero sin clase ninguna. El novillero madrileño lo trató de templar a media altura sin someterlo demasiado, pero en el momento en el que la faena debía decantarse y romper, la realidad es que nunca llegó a despegar. Animal soso y que se fue quedando cada vez más corto frente a la disposición de Espada. Silencio.
El segundo fue un animal rebrincado y con genio en los primeros tercios, que apretó y cortó en banderillas, donde El Puchi estuvo a un tris de ser prendido. Aunque demasiado suelto, se atemperó en la muleta de Álvaro Lorenzo, que realizó una faena de novillero hecho, rodado, seguro de sí mismo. Trató de hacer las cosas bien, con pausa y muy relajado, fiel a su buen sentido del temple. Mejor, al natural. Sin embargo, el novillo al verse podido, lejos de romper, se rajó. Por encima, el toledano, que suplió con vistoso efectismo lo que le faltó al novillo. Siguió la estela del bravo cuarto, el noble y colaborador quinto. Otro utrero notable al que Lorenzo toreó con gusto y cuajó por ambos pitones hasta que el animal se terminó aburriendo. Hubo empaque y rotundidad, de nuevo, con la misma aplomada serenidad. Terminó de espolear al tendido con unas personales manoletinas. Los trofeos parecían a su alcance, pero se esfumaron con la tizona. Media atravesada y dos nuevos pinchazos, cuando quiso matarlo a ley y repitió suerte suprema.
Había ganas en Arnedo de ver ese concepto de cercanías y valor seco de David de Miranda. El onubense, que quitó por saltilleras, no encontró el mejor colaborador en el tercero. Un burel descastado y sin transmisión que se fue parando cada vez más. De Miranda no lo vio claro y, sin darse demasiada coba, tomó el camino de la espada. Tampoco se alargó en exceso con el manejable sexto. David de Miranda mostró tanta técnica como frialdad para llegar al tendido. No funcionó la química entre ambas partes y el joven andaluz lo pasaportó con celeridad tras un epílogo por naturales a pies juntos citando de frente.
Espada, por su parte, escaló la mitad de la ladera. Toca pensar ya en el asalto al Everest. Madrid y Las Ventas esperan.
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