La Rioja
Fandiño, sobrado a final de temporada
El vasco cortó dos orejas y una Padilla, que se entregaron en Logroño
Logroño (La Rioja). Cuarta de la Feria de San Mateo. Se lidiaron toros de Juan Pedro Domecq, nobles, de escaso fondo y justos de fuerza. El 5º, más complicado. Dos tercios de entrada.
Juan José Padilla, de verde botella y oro, estocada desprendida (vuelta al ruedo); aviso, media estocada (oreja).
Iván Fandiño, de champán y oro, media estocada, aviso (oreja); estocada (oreja).
Alejandro Talavante, de tabaco y oro, pinchazo, estocada trasera (silencio); estocada corta trasera, cuatro descabellos (bronca).
Entró el otoño que trepa ya en el ocaso de la temporada. Entró sin hacer mella, como tampoco se le nota a Iván Fandiño la campaña que lleva en lo alto. Y le debe pesar. Exigencia máxima. Y más cuando el compromiso es ponerse de verdad y después que pase lo que tenga que pasar. Echarle ese pulso al destino todas las tardes suele cobrarse factura. Ayer cortó dos orejas, una y una. Por eso salió por su propio pie de la plaza. Números. Hablemos de emociones. El quinto, el que brindó a Diego Urdiales, que torea hoy, no se lo puso fácil. Hacía bien el embroque el toro, pero se violentaba a la salida, al final del muletazo pegaba un derrote feo por dentro. La faena de Fandiño fue sólida por el derecho. De plomo los muletazos, asentado y ligado. De ahí que a veces le pasara bien cerca. De ahí que ni se inmutara. Muy poderoso por el izquierdo, quiso gobernar el viaje y en ocasiones lo logró. Su labor nunca planeó en la tibieza. Se cobró una estocada, de ésas que te dejan sin oxígeno unos segundos, y paseó un trofeo de peso. Otro más había logrado del segundo. Tuvimos argumentos ya con el capote. Quitó Fandiño por chicuelinas y tafalleras, Talavante hizo lo propio por chicuelinas y el de Orduña replicó con más toreo de capa. Así estaba la cosa. Con un pase cambiado por la espalda comenzó la faena a un toro que tenía buena condición pero sin fondo. Faltó toro a un trasteo de buenas trazas que culminó con mejores bernadinas.
Juan José Padilla es un ídolo entre los niños y eso en estos tiempos es impagable. Por la mañana reunió a más de mil personas para una clase de salón. Por la tarde, ya en la plaza, lo dio todo. Sin límite. Con dos largas cambiadas de rodillas recibió al primero, que fue un Juan Pedro Domecq noble pero con poca fuerza. Todo y más sacó Padilla a escena. El presidente no le concedió trofeo, pero no se le resistió el del cuarto. Con este toro, que embestía a media altura, anduvo inteligente. Sin agobiarlo le fue ligando tandas y acabó de ganarse al público de rodillas y con desplantes. Le cogió la medida perfecta al toro.
Poquísimas opciones tuvo Alejandro Talavante ayer. Cuidó al tercero en el caballo pero el animal no quería viajar en la muleta, no pasaba. Lo intentó por ambas manos y optó por la brevedad, que el público logroñés no acabó de encajar bien. Frenado y sin opciones salió el altón sexto, como los tres últimos, hechos cuesta arriba. No perdió mucho tiempo el torero extremeño y rápido se fue a por la espada. Logroño le esperó para la bronca. También para despedirle de la plaza. En honor a la verdad, la parsimonia mientras abandonaba el ruedo fue torera.
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