Feria de San Isidro
Guadaira, nada que ver con la final
Novillada desrazada y en las Antípodas de la que lidió en el certamen de abril
Las Ventas (Madrid). Novena de la Feria de San Isidro. Se lidiaron novillos de Guadaira, de correcta presentación y desrazados en la muleta salvo el 3º, con movilidad; y el 2º, muy noble pero sin fuerza. Más de media entrada.
Gómez del Pilar, de azul noche y oro, pinchazo, estocada caída (silencio); buena estocada (silencio).
Juan Leal, de nazareno y oro, pinchazo, estocada (saludos); estocada perpendicular, tres descabellos (silencio).
Roberto Blanco, de lila y oro, pinchazo, estocada tendida (saludos); metisaca, estocada (silencio).
No pintaba bien, pero una hora antes del comienzo del festejo, la lluvia nos otorgó una tregua. Primera novillada del abono en tarde de desbandada camino del fútbol. Medio Madrid y medio tendido pensando en los Falcao, Cristiano y compañía. Final de Copa. En Las Ventas, un encierro de Guadaira que nos recordó a otra final: la del Certamen de abril. En las Antípodas. Nada que ver. Muy seria, áspera y encastada aquella; más liviana, justita de raza y deslucida, la de ayer. Sólo la movilidad del tercero permitió a Roberto Blanco una entonada faena sobre el pitón derecho.
El pucelano ya se había hecho presente en el segundo en un quite por tafalleras. En su primero, con recorrido y transmisión, logró una faena de entidad en la que logró aprovechar las virtudes del notable pitón derecho del novillo. Con mando y por abajo lo embarcó en la muleta para lograr derechazos hondos y bien ligados, que contagiaron rápido al tendido. Una tanda muy buena. Al natural bajó el tono y un desarme tampoco colaboró. Perdió fuelle el tramo final, pero lo avivó con ajustadas bernadinas. Erró en la suerte suprema y el balance no se fue más allá de una calurosa ovación con saludos. Con muchos pies salió el que cerró plaza, tantos que saltó al callejón de manera espectacular. Derribó al caballo en el segundo puyazo y se dolió mucho del castigo. En la muleta de Blanco, no ofreció excesivas posibilidades. El vallisoletano estuvo, otra vez, porfión y con ganas de agradar, pero enfrente no tenía más que pura sosería.
A portagayola se fue Noé Gómez del Pilar en su primero, alto y tocadito de pitones que se arrancó con bravura y buen trote al caballo de Pablo Arribas. Lo agarró bien el picador. Propició un reñido pique en quites. Por chicuelinas, tafallera y la media inició el madrileño; replicó por saltilleras Juan Leal y Gómez del Pilar contestó con originales morelianas. Fueron los pasajes más destacados de un novillo, que mantuvo la movilidad en banderillas, pero que se vino espectacularmente abajo en el último tercio. Agarrado al piso y muy parado, le buscó las vueltas su joven matador, pero, por más que trató de provocar sus arrancadas, no había más de dónde extraer. No tuvo mejor tino con el cuarto que se partió el pitón por la cepa al clavar el pitón en la embarrada arena. Tan sólo unos segundos antes Del Pilar se había librado por pelos de la cornada. El burel le hizo hilo, una de tantas, cuando se retiraba y, perdida la cara del animal, a punto estuvo de voltearlo. Mientras duró, el de Guadaira, abanto en los primeros tercios, tampoco permitió al madrileño estar muy cómodo. Voluntarioso con la franela, lo mató dignamente.
A dos días de doctorarse en Nimes de manos de su compatriota Sebastián Castella, Juan Leal se despidió ayer como novillero de Madrid. El segundo acusó excesivamente su justo motor. Pasó el corte entre protestas, aunque en la muleta del galo evidenció su buen fondo. Dócil y muy noble la tomó cada vez más con mortecina suavidad. En vista de pérdida de bríos, Leal lo templó a media altura y se metió entre los pitones en un final a más, presidido por la economía de movimientos. Quietud en los circulares invertidos. Lo pasaportó de pinchazo y estocada para saludar una ovación. Trató de repetir idéntica fórmula en el cambiante quinto, que pareció más de lo que luego fue en su pañosa. Paradísimo y deslucido, el de Arles, fiel a su recio valor, acortó las distancias. Sin embargo, sus intenciones no calaron esta vez en el tendido y tuvo que ir por la espada.
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