Ferias taurinas
La pureza y el buen bajío de Eugenio de Mora
Encarna ahora mismo la pureza y el clasicismo como pocos. Cada paseíllo de Eugenio de Mora en Madrid mejora al anterior. Buen bajío tiene el toledano. Poso añejo, del caro, para nuestro paraíso de la memoria. Ya desde la forma de citar, presentando muleta por delante, plana, la pierna adelantada, encajado, el compás abierto, muy cruzado... La planta erguida y relajado. Muy relajado. Lo esbozó con el encastado primero, que tuvo prontitud pero se vencía muy por dentro y costaba ligarle a partir del segundo muletazo. Por encima, Eugenio. Lo del cuarto, fue de cante grande. De menos a más. A fuego lento. Sin importarle el tiempo. Faena de larguísimo metraje sin un segundo de aburrimiento. Se la inventó el de Mora con fe ciega. Y distancia. Mucha distancia. En tiempo de arrimones, lució mucho al toro. Para que tome nota medio escalafón. Manejó las distancias y entendió que el burel transmitía más ahí. Encadenó las tandas por ambos pitones hasta la última, en redondo, excelsa. Embraguetado y girando siempre los riñones. Los pases de pecho y trincherazos, de cartel de toros. Se volcó en el morrillo y, a la segunda, dejó uno de los volapiés de la temporada. Hasta la yema y en el sitio exacto. Orejón.
El otro trofeo fue a manos de un Román que quiso en quites. Apostó por el noble pitón izquierdo del tercero, que colocó por ahí la cabeza abajo. Humilló con franqueza y, en las cercanías, Román le echó los vuelos de la tela en tres buenas tandas al natural. Los ayudados postreros y una estocada trasera hicieron el resto. Ni relamerse pudo con la Puerta Grande. Con genio y a la defensiva hasta aplomarse sin un pase, el sexto hizo inútil el surtido de verónicas, gaoneras, estatuarios y arrimones del valenciano.
Condenado al ostracismo, Matías Tejela dejó pasar el 2015 entero. Ayer, como Eugenio, nos recordó que quién tuvo, retuvo. Dos Puertas Grandes en San Isidro no son casualidad. Nos regaló un precioso epílogo rodilla en tierra por trincherillas al descastado segundo. Muy torero. El resto del trasteo fue un eterno quiero y no puedo del alcalaíno, pues había que robarle los muletazos muy cruzado y de uno en uno. Y sin ligazón en Madrid... La quimera se tornó utopía en el quinto. Lo toreó con suavidad y muy despacio Tejela, pero no había otra con el marmolillo de Torrealba. Remiendo parado y sin raza. La Paloma fue para Eugenio de Mora. Incontestable. Un sitio en Otoño tampoco debe tener discusión.
Las Ventas (Madrid). Festividad de la Virgen de la Paloma. Se lidiaron toros de El Montecillo y Torrealba (5º), bien presentados y astifinos, aunque desiguales. El 1º, encastado aunque pegajoso, se acostaba por dentro; el 2º, sin raza; el 3º humilló bien por el izquierdo; el 4º, mejor en la larga distancia, con transmisión; el 5º, reservón y muy parado; el 6º, aplomado y a menos, sin opciones. Un tercio de entrada.
Eugenio de Mora, de blanco y oro, bajonazo, aviso (saludos); pinchazo, aviso, gran estocada (oreja).
Matías Tejela, de sangre de toro y oro, pinchazo, bajonazo (saludos); pinchazo, estocada (saludos).
Román, de verde botella y oro, estocada trasera (oreja); estocada muy trasera, ocho descabellos, aviso (silencio).
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