Constitución
Los toros son cultura
Nunca pensé que tuviera que escribir esta columna, aunque en el terreno de la confusión que vivimos, a veces lo más obvio tiene que ser declarado como tal. El hecho de que se apruebe la tramitación de la Iniciativa Legislativa Popular nos revela el momento de desconcierto y de crisis cultural que vivimos. Significativamente han tenido que ser los aficionados y ciudadanos de a pie los que han tenido que llevar a la mesa de la Cámara parlamentaria la pertinencia de blindar culturalmente el toreo y no los políticos profesionales, que se intitulan representantes de la soberanía popular. La raíz artística de la Fiesta de los toros que, amojona como ninguna otra expresión el viejo armazón de las Españas, hoy tiene un refrendo legislativo. Aunque sólo sea la primera piedra del camino parlamentario, la toma en consideración nos reconforta por un día con algunos políticos que, esta vez sí, han decidido cumplir lo que prometieron electoralmente.
No acierta uno a entender las razones divagatorias del Grupo Parlamentario Socialista que, en su momento, alimentó el esperanzador paso administrativo de los toros al Ministerio de Cultura despojándolos de las viejas adherencias de orden público del Ministerio de Gobernación. Antes fueron los franceses y algunas comunidades autónomas las que enarbolaron la bandera normativa para proteger la tauromaquia. El alcance nacional que se pretende con este acto del Congreso de los Diputados debe servir para poner negro sobre blanco la necesidad de que en todos los territorios de lo que hoy entendemos como Estado español se puedan permitir boutades como la catalana y la donostiarra. Un mundo libre, de ciudadanos ilustrados, que aúnan la tradición y la modernidad de un espectáculo apasionante merece por una vez un acto parlamentario como el de este 12 de febrero de 2013. Ya para los restos una fecha fundacional para todos los que creemos que la cultura es un pasaporte para la felicidad y el civismo. Una fecha como ésta permite defender normativamente a capa y espada ese arte olvidado que el empresario y abogado Ignacio Lloret ha entendido como el toreo.
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