Toros
Luis David cruje Bilbao con una corrida de triunfo
El presidente le niega la Puerta Grande con un gran encierro de Domingo Hernández
Con la cara partida y no poca polémica volvió el mexicano Luis David a Bilbao. 72 horas después, ni prescripción médica. Eran las 24 horas de El Juli y las 48 de Enrique Ponce. Como es obvio, habíamos entrado en bucle. Más nos los pareció cuando vimos el corridón que trajo Justo, ganadero de Domingo Hernández para Bilbao. Lo de por fuera se da por hecho, pero lo relevante es que la corrida embistió (para el toreo bueno) como lo había hecho recién, la tarde anterior, la corrida de Victoriano.
Luis David vino a sustituir a Pablo Aguado, que ha entrado en el cajón desastre de las desdichas de este 2019 y cogido en Gijón no podrá actuar en las fechas firmadas para esta semana, de momento. Como Roca, que en blanco ha acabado por dejar su temporada europea y un vacío no solo en los carteles, también en la afición y en el sentido común para sustituirle. La contaminación de intereses dejan poco margen para lo bueno.
El joven Luis David, acartelado con dos figuras, acabó por hacer los mejor. Entrega total. De principio a fin. Desde las largas de rodillas en el tercio, la que dio al tercero, aquel toro que acudió al engaño al paso, con un ritmo y un temple brutal en la embestida, como si llevara un premio, el de gozarlo, en cada arracada. Se entregó Adame. Por aquí y por allí se pasó al toro en ese intento de no dejarse nada en el tintero y ya el final cuando el reposo le entró por las venas cosió los mejores muletazo: tres naturales muy buenos. Recibiendo la estocada y con las mismas el premio. No lo sabíamos, pero era premonitorio de lo que estaba por venir. Altote fue el animal que cerró la tarde y justo de fuerza pareció. Solo que llegó al último tercio con clase infinita y asentado Luis David, las dos zapatillas aplomadas sobre la arena, en la media distancia, el medio pecho, la verticalidad y con los vuelos cosió las arrancadas del toro, que eran delicatessen. Antes había puesto a mil el corazón de los bilbaínos con la explosión de capa de las zapopinas. Al natural soplaron los mejores vientos, el toreo más rotundo, de su faena y de la tarde. Más bullidor con la diestra, templado a izquierdas. Crujía Bilbao y por primera vez, escuchabas un olé más allá de unas tibias palmas después de cada tanda. Se perfiló, y como si tuviera todo bajo control, mató recibiendo, en el mismo centro, en la misma yema, fulminado el toro. La gente se entregó. Pidieron el doble premio. Matías, el presidente, esta vez se negó. Una se quedaba corta. Dio dos vueltas al ruedo entre el reconocimiento, que le debió saber a gloria a Luis David. Había incendiado Bilbao y le había sacado de las tinieblas.
Buena condición tuvo ya el primero de Ponce y dejó el diestro una faena que giró en lo accesorio hasta llegar al tramo final por poncinas. El cuarto apretó en banderillas, pero llegó a la muleta muy humillado, repetidor y con ritmo. Lo vimos siempre en el tercio salvo en la estocada que la recibió en el mismo centro del ruedo. Tan larga la faena como liviana.
Devoraba el engaño el quinto, un cañón de toro, con transmisión, además de calidad. El Juli, que paseó una oreja, se fue extenso, variado, largo de oficio y corto de intensidad. Cumplió a cotas distintas a la del toro. Palmas tras las series no olés de cuando estalla el toreo. Iba y venía el segundo. Fue y vino El Juli. Luis Adame puso el corazón a bombear a Bilbao, a pesar de todo. Y quien gusta del toro, también ese corridón.
Ficha del festejo:
Bilbao. Sexta de las Corridas Generales. Se lidiaron toros de Garcigrande, 1º, y resto de Domingo Hernández. El 1º, de buena condición; 2º, sobrero, va y viene; 3º, al paso y noble; 4º, bravo y de calidad; 5º, bueno; 6, de buen pitón zurdo, con mucha calidad. Más de tres cuartos.
Enrique Ponce, de blanco y azabache, estocada, tres descabellos, aviso (saludos); media estocada, aviso, cuatro descabellos (saludos).
El Juli, de teja y oro, pinchazo, estocada, dos descabellos (silencio); estocada trasera, aviso (oreja).
Luis David, de azul marino y oro, estocada corta recibiendo (oreja); estocada recibiendo de efecto fulminante (oreja con mucha petición de la segunda y dos vueltas al ruedo).
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