Ferias taurinas

Luque y «Juglero» salvan la tarde

El sevillano aprovechó la mayor raza de un manejable sobrero de Parladé en la octava de feria

Derechazo de Luque al sexto, sobrero con el hierro de Parladé
Derechazo de Luque al sexto, sobrero con el hierro de Parladélarazon

La Maestranza (Sevilla). Octava de la Feria de Abril. Se lidiaron toros de El Pilar, bien presentados, nobles y con bondad, pero justos de raza; y Moisés Fraile (6º), devuelto por su poca fuerza.

La Maestranza (Sevilla). Octava de la Feria de Abril. Se lidiaron toros de El Pilar, bien presentados, nobles y con bondad, pero justos de raza; y Moisés Fraile (6º), devuelto por su poca fuerza, que fue sustituido por un sobrero de Parladé, noble y más enrazado que los del hierro titular. Lleno en los tendidos.

Morante de la Puebla, de caña y oro, pinchazo, media estocada (saludos); estocada casi entera, descabello (silencio).

Miguel Ángel Perera, de grana y oro, estocada (saludos); pinchazo, metisaca, estocada (silencio).

Daniel Luque, de berenjena y oro, estocada, tres descabellos (saludos); estocada (oreja).

Volvió Morante de la Puebla a La Maestranza y llegaba Miguel Ángel Perera tras la ausencia de la pasada feria por motivos no taurinos. Con ellos, Luque, presto a desquitarse del mano a mano del día anterior. El termómetro haciendo la competencia a las alturas temperaturas de la jornada: calor veraniego y cálidas esperanzas por presenciar la tarde soñada. Todo ello incidió en que la plaza se llenara y los ánimos estuvieran incluso por encima del lujo arquitectónico de los arcos maestrantes. Luego, salió el toro y lo que iba camino de desencanto en cinco actos, al final, en el último suspiro se arregló a manos de Daniel Luque. Suya fue la oreja del sexto por la faena más entonada de la tarde. La casa por el tejado, cuando ya parecía que nos íbamos de vacío. Tuvo que salir un sobrero de Parladé con bondad, pese a sus limitadas fuerzas, para que Luque echara mano de temple y ligazón. Así, mantuvo en pie al astado, dejó que tomara el aire oportuno y le sacó derechazos de peso durante varias series. Respondió mejor en redondo el toro, porque al tomar la zurda descompuso mucho más el viaje. Por fin, el público pudo entusiasmarse. El lunar feo estuvo en la banda, que tocó a destiempo y fue pitada.

Había estado correcto y decidido tanto en el manejo del capote como con la pañosa en el tercero. Cumplió en los lances del saludo y cuidó en varas a un astado que sacó calidad, aunque con las fuerzas muy justas. Apenas lo obligó con la muleta para que se fuese afianzando. Poco a poco, el toro iba reponiendo sus fuerzas en los descansos y le permitió a Luque estar a gusto allí delante. Surgieron varias series estimables que no terminaron de coger vuelo, pero que le justificaron.

Pinceladas de Morante

El de La Puebla se encontró con un primer toro que expuso rápidamente sus condiciones: mucha nobleza y sin gana alguna de pelea. Iba a su aire sin acometer a los capotes que le iban surgiendo a su paso de manos de los toreros. No obstante, el sevillano pudo deleitar al tendido dejando otra muestra de cómo se torea con el capote en las verónicas de recibo. Mejoró incluso en el quite, repitiendo suerte para rematar acto seguido con dos chicuelinas. Replicó Perera por ceñidas gaoneras y volvió Morante a torear con el capote para entusiasmar de nuevo a la verónica. Hasta ahí nos dejó el astado disfrutar del torero. Luego, se paró en la muleta y no quiso saber nada de sus intentos.

Menos opciones aún le proporcionó el cuarto. Estuvo dispuesto y tratando de aprovechar el buen fondo de nobleza que tuvo el animal, pese a cortarle bastante más que a sus hermanos desplazarse. El sevillano, que brindó a Francisco Rivera Ordóñez, le sacó un puñado de naturales de buen trazo. No encontraron eco en el tendido. Lo probó también en redondo, pero ya no había mucha más agua que sacar de ese pozo. Desencanto en la parroquia que, indudablemente, esperaba más.

Perera llegó muy dispuesto a Se villa. Tanto que se fue a portagayola a recibir a su primer toro de El Pilar. Era el anticipo de las claras intenciones del extremeño. Tres virtudes. Quietud, valor y temple para sacar una faena que tuvo momentos muy lucidos. Ayudó cuanto pudo a un toro que había claudicado de las manos en los primeros compases de la faena y al que faltó emoción.

Porfió el pacense, con más ilusión que provecho, ante el quinto. La tarde pesaba cada vez más en los aficionados, que no encontraban refugio de buen toreo. El de El Pilar tuvo nobleza, pero con el denominador común del resto del encierro: faltó la transmisión. Perera lo buscó del derecho y del revés para levantar la faena hasta asimilar que no había más opciones. Daba la impresión de que todo lo que pasaba en el ruedo apenas tenía importancia. Entonces, apareció ese «Juglero» de Parladé y Luque desvaneció el sopor.