Sevilla

Más voluntad que acierto en una tarde de frío invernal en La Maestranza

Roman y Lama de Góngora pincharon las faenas más destacadas de la tarde

Román torea con la zurda al segundo novillo de Núñez del Cuvillo
Román torea con la zurda al segundo novillo de Núñez del Cuvillolarazon

La Maestranza (Sevilla). Se lidiaron novillos de Núñez del Cuvillo y Fuente Rey (3º). Algo más de media entrada. Juan Ortega, de sangre de toro y oro, saludos tras leve petición y saludos. Román, de burdeos y oro, saludos y silencio; y Lama de Góngora, de purísima y oro, palmas y silencio tras aviso.

Volvió el frío a Sevilla y, por tanto, a La Maestranza, en un día que se presentó muy ventoso y que se notó en el ruedo. A pesar de ello, buena entrada en el Baratillo, superándose el medio aforo cubierto, similar a algunos días de las corridas feriales. El cartel era interesante sobre el papel y el público respondió al buen planteamiento de la empresa Pagés. Una terna de novilleros punteros acompañados del regreso de Núñez del Cuvillo al coso sevillano con una novillada, 27 años después de lidiar la última.

Juan Ortega mostró que maneja bien los engaños y que tiene buen corte: clásico y estilista, aunque no pudiera rematar su labor ante su primero. Unas veces fue la falta de acople y, otras, el viento. Verónicas estimables y naturales interesantes, pero con altibajos por la falta de continuidad en su labor ante un novillo que tuvo buen son, sobre todo por el pitón izquierdo. Un trasteo más voluntarioso que lucido ante el cuarto. Un novillo incómodo de embestida, sin aparente maldad, pero también falto de fuerzas y codicia, que llevó un molesto cabeceo. No pudo levantar, por tanto, la faena el novillero sevillano.

Asimismo, Román se encontró ayer con el novillo soñado para presentarse en Sevilla: noble, repetidor y muy templado en las embestidas. Con este animal, primero de su lote, realizó una actuación a más, en la que destacaron sus verónicas de recibo y el quite de frente por detrás, réplica a otro por chicuelinas de Lama de Góngora. El valenciano dejó una faena más que aceptable, intercalando tandas sobre ambas manos; aunque luego la malograse con los aceros. Curiosamente, al quinto le dejó una estocada, pero este animal colaboró bastante menos, pues la falta de fuerza marcó su comportamiento. Estuvo voluntarioso el levantino, planteando una faena de muletazos interesantes, pero que, en conjunto, desembocó en frialdad, como cada vez más fría, en lo climatológico, avanzaba la tarde.

Por último, Lama de Góngora se fue a la puerta de chiqueros para recibir con una larga cambiada de rodillas a su primer novillo. Se estiró a la verónica y puso mucha voluntad en una faena de muleta, a veces fría, en la que intentó siempre sacar partido a un novillo que tuvo nobleza y embestidas algo descompuestas. El sexto dio dos volteretas sobre los pitones en los primeros compases de su lidia y ahí perdió fuelle. Tuvo bondad, pero poca acometividad, y el novillero se arrimó en tandas sobre ambas manos el tramo final de la novillada, sin poder rematar su labor y fallar con el descabello.