Alicante
Morante y Manzanares, sueños que se cumplen
El sevillano y el alicantino, profeta en su tierra, a hombros con la gente volcada de principio a fin
Alicante. Tercera de la Feria de Hogueras. Se lidiaron toros de El Pilar y Zalduendo (3º, 4º y 5º), desiguales tanto de presencia como de juego. Destacaron 3º y 5º, los mejores del encierro. Lleno de «No hay billetes».
Finito de Córdoba, de azul noche y oro, cuatro pinchazos, media (pitos); estocada, aviso (oreja). Morante de la Puebla, de morado y oro, media (silencio); pinchazo, estocada, aviso (dos orejas). José María Manzanares, de sangre de toro y oro, estocada (dos orejas); pinchazo, estocada, aviso (saludos).
Entre las cuadrillas, destacaron los banderilleros Curro Javier, José Antonio Carretero y Rafael Rosa.
Como sucedió el viernes, también hubo ayer retraso en el inicio de la tercera función de la Feria de Hogueras, en esta ocasión propiciado por la falta de previsión e impuntualidad de gran parte del público, que decidió acercarse a la plaza cuando faltaban apenas unos minutos para que arrancase el paseíllo, provocando grandes atascos en los vomitorios y el enfado en los espectadores previsores. Al final, todos salieron contentos: doble Puerta Grande para Morante de la Puebla y José María Manzanares que, volvió a ser profeta en su tierra.
Tanto rollo en los minutos previos para luego ver como el primer toro, de El Pilar, se derrumbaba antes de llegar al caballo y no aguantaba en el último tercio la más mínima exigencia de un Finito que le dio mucha coba y tardó mucho en matar.
Dos verónicas a medio esbozar de Morante a su primero, también con el hierro de El Pilar, hicieron concebir esperanzas a la gente, que silenció luego su labor. El de La Puebla se dobló por bajo en el inicio de su faena. ¿Buscando qué? Pues el animal estaba ya más que justo de fuerza. Si lo que buscaba era reducir más su ímpetu lo consiguió, pero también hizo que el astado se pusiese a la defensiva y no pudiera acoplarse con él.
Por fortuna, la tarde se fue arriba con Manzanares, que se hizo ovacionar al veroniquear al tercero, el primero de Zalduendo. Un toro con más aire, fuelle y empuje, que le permitió una faena bastante despegada, ligera y sin gran compromiso, que hizo crecer a su oponente conforme discurría su lidia. Lo mató de una gran espadazo del que salió espectacularmente trompicado, aunque no hubo que lamentar consecuencias. A sus manos, las dos orejas.
No acabó de definirse el cuarto, también de Zalduendo, y Finito sólo pudo lucir en el tramo final de una larga y paciente labor. Le valió una oreja tras cobrar una gran estocada cuando ya había escuchado un aviso.
Se volvió a querer ver lo inexistente en los lances de Morante al recibir al quinto. Pero los sueños, hay veces que se hacen realidad y ayer se cumplieron cuando quitó con unas chicuelinas impactantes. Y, crecido y confiado, sobrado y muy a gusto, muleteó con temple y torería a otro buen astado de Zalduendo. Salpimentó todo su quehacer con su personalidad y gracia particular hasta poner la guinda al apuntillar él mismo al toro, tras un pinchazo y una estocada.
Con la gente ya volcada definitivamente con los matadores, Manzanares toreó a placer al sexto, el mejor de los tres de El Pilar. Ligó los muletazos sin enmendarse al torear en redondo, pero hubo más liviandad cuando lo hizo al natural. Pese a todo ese entusiasmo, la gente ya creyó cumplida y satisfecha su dosis de felicidad y se limitó a ovacionar su larga labor que culminó con la espada de pinchazo y estocada.
✕
Accede a tu cuenta para comentar