Feria de Abril
Oreja de El Fandi en una tarde exigente
A Padilla se le pidió el trofeo del otro toro bueno de Fuente Ymbro
A Padilla se le pidió el trofeo del otro toro bueno de Fuente Ymbro
Ficha:
Sevilla. 13ª de la Feria de Abril. Toros de Fuente Ymbro, bien presentados. 1º, bravo y de buena condición; 2º, encastado; 3º, encastado y exigente; 4º y 5º, muy complicados; 5º, de buena condición. Dos tercios de entrada.
Juan José Padilla, blanco y oro, estocada trasera (vuelta tras petición); estocada (silencio).
El Cid, de tabaco y oro, dos pinchazos, estocada (silencio); media, dos descabellos (silencio).
El Fandi, de nazareno y oro, bajonazo (silencio); buena estocada (oreja).
No les hace falta hablar. Tienen los toros un lenguaje claro. Más o menos explícito, más o menos hiriente. Cuando El Fandi remató el toreo de capa de recibo al tercero de la tarde con una media verónica de rodillas, ya le dijo el fuenteymbro que no le iba a consentir, que su película era otra. Y así fue. Exigió el toro, entre la casta y el genio. Después del tercio de banderillas el torero granadino olvidó la conversación y en una trinchera casi se lo lleva de nuevo por delante. No a todos los toros les valen lo mismo. Ahí está el misterio y la grandeza de la tauromaquia. Le hizo pasar lo suyo al torero, porque exigía, pesaba mucho al embestir por dentro y muy mirón antes del embroque. Pasó el trago como pudo el torero de Granada y de un bajonazo acabó con la historia. Sufrida. Echó el resto con el sexto en el capote, que fue junto con el primero los dos toros buenos; complicada el resto de la corrida de Fuente Ymbro. Se extendió Fandi en una faena ligada, fiel a su estilo y rematada con una estocada en la yema. Descolgó el toro en el engaño y repitió. En la rectitud cobró la estocada Fandi y cuestión de segundos fue lo que tardó en caer. Toro de buena condición que le dejó resarcirse al diestro granadino para pasear un trofeo. El único de la tarde. Y eso que también se le pidió a Padilla, que se había ido a portagayola al comenzar la tarde en la temporada de despedida, aunque será en San Miguel cuando ocurra de veras. Le salió un toro de dulce, bravo y de buena condición en la muleta. Repertorio completo sacó el torero gaditano, con los palos, y con la muleta después. En su línea, voluntarioso, ligado y queriendo. Se entregó el toro, con bravura y calidad exquisita. Hundió la espada trasera pero suficiente y el público pidió el trofeo pero el presidente no lo concedió. Dio la vuelta al ruedo como recompensa. El cuarto era de calvario, geniudo y repleto de complicaciones y peligro. Lo cantó desde que salió de toriles. Mirón, cortó, por dentro y apretando. Padilla no volvió la cara y tiró de oficio para lidiarlo con solvencia y matarlo en la rectitud, que ya tenía mérito.
Encastado fue el segundo toro que le tocó en suerte a El Cid. La casta no siempre es sinónimo de facilidad, sobre todo en este caso por el pitón izquierdo más mirón antes del embroque, analizando la situación y midiendo el valor del torero. Por el derecho se los tragó con más inercia, aunque no tanta duración. El Cid no se alargó en exceso y después de un par de tandas diestras y las complicaciones al natural, le pasaportó. Hizo pasar lo suyo el quinto a la cuadrilla, a la caza el toro. Siempre. Porfió después con él El Cid y confió a pesar de lo que había mostrado. No se entregó nunca en la muleta y acabó por salir de los encuentros desentendido, El Cid quiso, y no era poco. La tarde no le había sido fácil. Más bien singular.
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