Sevilla
Pepe Moral, un sustituto de lujo que pide paso
Pamplona. Octava de la Feria de San Fermín. Se lidiaron toros de Fuente Ymbro, el 4º como sobrero, bien presentados. El 1º, noble, manejable y justo de poder; el 2º, manso y sin entrega, malo; el 3º, peligroso y de mal estilo; el 4º, de gran pitón izquierdo y complicado por el derecho; el 5º, noble pero con lo justo; y el 6º, muy a menos. Lleno en los tendidos.
Juan José Padilla, de rioja y oro, estocada baja (oreja); pinchazo, buena estocada (oreja). Pepe Moral, de rosa palo y oro, estocada (silencio); buena estocada (oreja). Jiménez Fortes, de verde manzana y oro, dos pinchazos, estocada (silencio); tres pinchazos, estocada (silencio).
Padilla vino a conquistar su tierra prometida y se fue a hombros. Con la suerte de cara y su público. Aquí es rey. La corrida de Fuente Ymbro pareció pactada para el evento, las ganas las puso él. La calidad del pitón izquierdo, incansable, viajando largo y repetidor, el toro. Era el cuarto. Un cuarto bueno. Bravo. El único. Importante por ese lado y complicado por el diestro con varias coladas de aúpa. Padilla estuvo en Padilla y cortó una oreja. Le valió. Y otra más llevaba del primero, noble, justo de poder pero de buena condición.
Por la baja de David Mora llegó Pepe Moral a Pamplona. Esas cosas que ya sólo ocurren en Pamplona por la gracia de dios (es decir Casa de la Misericordia). Lo que se gana en el ruedo todavía vale. Y demostró Pepe Moral tres cosas. Una, que lo de Sevilla no había sido casualidad; dos, que merece más oportunidades serias, como la de Pamplona, sin intercambio de cromos, contratos al que sea capaz y tenga algo nuevo que decir; y tres, que las que le vengan, ya sea una, dos o tres... ojalá muchas... Está para no perdérselo. Qué buen concepto le ha dado el tiempo. Lo tenía. Y lo tiene renovado, mejorado, pulido. Cimentado en un valor, el que hay que tener para hacerlo todo anclado a la arena, apretados los músculos, convencido, seguro, con un aplomo del que no es fácil desprenderse en un feo derrote del toro. En ésas te pilla de lleno. Pero su apuesta estaba clara y no había venido a Pamplona a echar el viaje. Embarcó al toro, muy noble, de buena condición, pero justo de poder (y menos aún) con los vuelos, y con ellos lo llevó hasta el final, rematando detrás de la cadera, natural todo, profundo, templado y con la muleta por abajo. Pepe Moral, en su segunda corrida este año y después de varias temporadas en blanco, lo bordó al natural. Los mejores naturales de todos los Sanfermines. A secas. Y también por la derecha. De fondo un concepto muy puro a tener en cuenta y valor para dos toreros que le dio para rematar la faena con un arrimón de contener la respiración. Qué sitio. Una estocada y un trofeo que vale su peso en oro. Ni uno tuvo el manso segundo, que además se defendió con mal estilo. No volvió la cara Moral. Al contrario, el paso al frente, siempre.
Como Jiménez Fortes que tiene el valor de cemento armado. Luego se dice que le cogen demasiado los toros, y es verdad, pero no da el paso atrás ni aunque le maten. Así lo hizo con un tercero que se le metió por dentro en varias ocasiones, sin dudar el toro, las cosas claras, un cabrón vamos. Y firme y meritorio el malagueño. El sexto fue manejable en los albores de la larga faena, luego se vino abajo y comenzó a desarrollar. La entrega de Fortes fue ilimitada, aunque no siempre le salieran las cosas. Sigue habiendo torero.
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