Feria de Bilbao
Un buen «Fusilito» para un final plomizo
Tarde de silencios y parco contenido en el que sólo el sexto salvó el esperado regreso de los toros lusos de Palha a Las Ventas
Las Ventas (Madrid). Día de la Hispanidad. Se lidiaron toros de Palha, bien presentados aunque desiguales de hechuras, con arboladura, muy ofensivos por delante, salvo el 6º, más terciado. El 1º, manejable, sin emplearse; el 2º, encastado, que humilló pero se orientaba al tercer muletazo; 3º y 4º, muy desrazados, el 5º, áspero, protestón y de poco recorrido; y el 6º, noble, con recorrido y transmisión. Menos de media entrada.
Sánchez Vara, de rosa y oro, estocada caída, descabello (silencio); estocada trasera, tres descabellos (silencio). Guerrita Chico, de canela y oro, que confirmó alternativa, dos pinchazos, aviso, estocada perpendicular (silencio); bajonazo infame (silencio). Israel Lancho, de gris plomo y oro, estocada (silencio); pinchazo, estocada caída, tres descabellos (pitos).
Acechaban ya las siete y media de la tarde en el reloj de Las Ventas cuando asomó «Fusilito» de chiqueros para cerrarnos el círculo. Negro zaino y más terciado que sus serios hermanos con la divisa lusa de Palha –de vuelta tras dos años ausentes– en los costillares. El último de cientos. El Omega de cada 12 de octubre en Madrid. Cerrojazo a la temporada. 64 funciones 64. Una detrás de la otra. Maratón laberíntico en el que reposan sueños, miedos, incertidumbre, decepciones y, para unos pocos elegidos, la gloria eterna del triunfo. La buscaba ayer Israel Lancho con el mismo hierro que casi le cuesta la vida en 2009 con un tabaco gravísimo en el pecho. Y la tuvo en ese sexto. «Fusilito», que pasó más de cinco minutos dormido en el peto, tuvo nobleza y mucha calidad en las embestidas. Profundidad en el viaje para embarcar sus largas acometidas y templar los muletazos. Transmisión para lograr la ligazón, pero Lancho sólo logró acoplarse en pases sueltos. Desdibujado y fuera de sitio en una labor plana que terminó por enervar al tendido, que tomó partido por la res, ovacionada en el arrastre. Antes, en el desrazado tercero, tampoco terminó de confiarse. Dubitativo e inseguro el pacense.
El colombiano Guerrita Chico se coló en un cartel de la Hispanidad en el que la empresa siempre hace un guiño a la América taurina. Tras trece años de alternativa, confirmó con un primero bajo y engatillado, muy en Baltasar Ibán, que le sirvió para mostrar oficio. Con tesón y solvencia, se manejó mejor entre los pitones al final de un trasteo sin lucidez. El mismo derroche de actitud desplegó en el quinto. Nada fácil. Se fajó en la maraña de gañafones de un rival correoso. Digno esfuerzo y lustroso saludo a la verónica echando los vuelos del percal. Cumplió de sobra.
Con mucha leña por delante, «Triguero» salió en segundo lugar para hacer virutas en más de un burladero hasta que al final de su lidia las astillas, de lluvia, empezaron a caer del cielo. El de Palha tuvo casta en los primeros tercios. Tomó tres puyazos y se arrancó con alegría a los rehiletes. En la pañosa de Sánchez Vara repitió y humilló. Pero al tercer muletazo se orientaba y no era tan franco. El alcarreño, aseado. Tampoco pasó de ahí con el descastado cuarto. Tibia labor con la tela, sin raza, imposible que rompiera nada. Lo más aplaudido, un tercio de banderillas en el que su tercero, Raúl Ramírez, sorprendió saltando al burel con la garrocha antes de clavar el manchego de poder a poder.
Tarde tan plomiza como las nubes que zurcían de gris el cielo. Despedida y cierre en Madrid. Empieza la cuenta atrás. Que la primavera nos traiga pronto marzo para entonar de nuevo el «Decíamos ayer...».
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