Albacete

Ventura, aventura y desventura

Diego Ventura, que corta un rabo, cuaja una actuación sensacional y sale a hombros con Munera

Diego Ventura y Juan Manuel Munera a hombros en Albacete
Diego Ventura y Juan Manuel Munera a hombros en Albacetelarazon

Albacete. Sexta de la feria. Toros de Niño de la Capea, desiguales de presencia y en conjunto de buen juego. Sergio Galán, medio rejonazo, oreja; pinchazo y diez descabellos pie a tierra, silencio. Diego Ventura, rejonazo, dos orejas y rabo; pinchazo y rejonazo, dos orejas, Juan Manuel Munera, que tomaba la alternativa, rejonazo, oreja; rejonazo descabello, oreja. Lleno en los tendidos. Lleno.

Albacete, tradicionalmente tierra de toreros, más de doscientos censó Fernando Claramunt a mediados del pasado siglo, tiene también desde ayer un rejoneador de alternativa, el segundo; el primero fue Arturo Cerro, el roblense o robletano Juan Manuel Munera, a quien Sergio Galán dio el doctorado en lo que fue la primera ceremonia de este tipo que se celebra en esta plaza.

«Quejío» fue el caballo utilizado para parar al primer toro, «Señorito», marcado con el número 2, negro y de 626 kilos encima, de esta su nueva etapa el joven Munera. Lo hizo con seguridad y aplomo, provocando las arrancadas y clavando arriba y muy reunido. Dejó legar mucho a su oponente y hasta permitió algún alcance, pero dejó claro su excelente puesta a punto, se nota la mano de sus maestros: Hermoso de Mendoza y Ventura, nada menos, y compenetración con sus monturas.

También estuvo solvente y capaz con el sexto, que saltó de salida pero que fue a más y le puso en algún apuro. Volvió a matar con rapidez y logró abrir su nueva aventura con un gran triunfo.

Claro que el triunfo rotundo fue el de Diego Ventura, que cuajó una actuación realmente fantástica. Mucho más comedido y menos expansivo que otras veces pero igual de eficaz y entregado, dando con su primero una lección de temple y exhibiendo no poco valor en una actuación que le valió un rabo. Fue el quinto un toraco de casi 700 kilos que no fueron freno ni hándicap. Se movió al ritmo que le marcó Ventura, que enseguida se hizo el amo del ruedo y de todo lo que en el sucedía, haciendo que sus caballos bailasen a un toro que no daba crédito a lo que le estaba sucediendo.

La cruz de la tarde fue para Sergio Galán, que todo lo tuvo que hacer él ante su primero, arriesgando tanto que su caballo «Titán» acabó estampado contra las tablas, aunque afortunadamente y pese a lo aparatoso del percance, la cosa quedó sólo en el susto y el golpe. Peor todavía le fue con el cuarto, que se rompió las manos casi nada más saltar al ruedo, no pudiendo hacer nada más que matarlo, lo que hubo de hacer pie a tierra y con muy poca fortuna...