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Victorino Martín: “El animalismo es la aniquilación del mundo rural”

El ganadero y presidente de la Fundación del Toro de Lidia ha intervenido en la Comisión de Cultura y Deporte del Senado de esta tarde

Victorino Martín durante su comparecencia en la Comisión de Cultura y Deporte del Senado
Victorino Martín durante su comparecencia en la Comisión de Cultura y Deporte del Senadolarazon

El ganadero Victorino Martín y presidente de la Fundación del toro de Lidia ha comparecido hoy en la Comisión de Cultura y Deporte de esta tarde en el Senado donde ha llevado a cabo una defensa de la Tauromaquia. Para ello, el ganadero quiso analizar la situación actual de la Fiesta e incidir en algunos problemas que azotan en la actualidad a los toros.

Me gustaría que mi intervención de hoy en la Comisión de Cultura del Senado arrojara alguna luz que pudiera ayudar a interpretar de una manera más clara algunos de los aspectos que están hoy en juego cuando hablamos de tauromaquia”, apuntó Victorino. Y para ello, prosiguió, es necesario “abandonar por un momento el casi folclórico debate de “toros sí – toros no”, para profundizar un poco más en la esencia de las cosas”.

Ahondó el ganadero en su intervención en el significado del animalismo y sus consecuencias, partiendo de la base de que en la actualidad y tal y como funciona el mundo y la relación del hombre con su entorno cada segundo «se matan 26 animales, lo que supone 1560 animales por minuto». Llegados a este punto replantea su argumento Victorino. “Vuelvo a plantear el interrogante. ¿Podemos seguir utilizando a los animales? Y la respuesta podría ser “no”. Esto es, en esencia, lo que defiende el movimiento animalista. El animalismo es una ideología que, con diferentes matices, impone que los hombres no tienen derecho a utilizar animales para ninguno de sus fines. El animalismo supondría una hecatombe cultural, económica y ecológica.

Cultural, porque el animalismo sería el fin de centenares de expresiones culturales que nos definen como pueblo: la rapa das bestas, la romería del Rocío, el arrastre de piedras, la Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre, los corre bous, la cetrería, la matanza del cerdo, los encierros en Pamplona o en Medina del Campo, la fiesta de la lamprea, del campanu, la caballada de Atienza, la fiesta del pulpo o tantas otras. Económica, porque acabaría con las explotaciones ganaderas, por supuesto, pero también con el trabajo con cuero en Ubrique, los atuneros vascos, el jamón de Jabugo, de Teruel o de Guijuelo, las mantas de Ezcaray, los zapatos artesanales de Mallorca o los de Alicante, el queso en sus cientos de estilos, los embutidos salmantinos, la butifarra gerundense y leridana, el fin del marisqueo gallego o de la almadraba en Barbate y Zahara de los Atunes.Y finalmente, también el animalismo supondría una debacle ecológica. El paisaje en España, uno de los más biodiversos de Europa, es un paisaje conformado en gran medida por la relación del hombre y los animales que utilizamos», puntualizó Victorino.

Insistió el ganadero en la gravedad del tema con un: «El animalismo es la aniquilación del mundo rural y entiendo que desde un despacho de Madrid sea fácil defender el animalismo».