Santander
Victorino pone seriedad y tres toros
Fernando Robleño corta la única oreja de la tarde en la última de Santander
Santander. Última de la Feria de Santiago. Se lidiaron toros de la ganadería de Victorino Martín, muy serios de presentación. El 1º, humillador, noble y con clase, el 2º, bravo y encastado; el 3º, malo; el 4º, manejable pero sin humillar; el 5º, bueno, con mucho ritmo y larga embestida; y el 6º, pegajoso y desigual. Casi lleno en los tendidos.
Fernando Robleño, de tabaco y oro, buena estocada (oreja); estocada desprendida (saludos). Javier Castaño, de azul marino y oro, estocada tendida, dos descabellos (saludos); estocada, un descabello, la estocada le ha hecho guardia (silencio). Luis Bolívar, de sangre de toro y oro, estocada defectuosa, tres pinchazos, estocada defectuosa, aviso, dos descabellos (silencio); pinchazo, pinchazo hondo, estocada corta (silencio).
Acababa la feria de Santander con la corrida de Victorino Martín. La dura. Y además de dura fue pareja y seria, lo que no habían sido casi ninguna de las que pisaron el ruedo los días anteriores. Un clamor en negativo de esta bonita feria del norte de la que uno se va con ganas de volver. Quién sabe. Para el camino de vuelta hay que encontrar motivos. Victorino Martín sumó en el cierre. Primero con el que abrió plaza que fue toro noble, humillador y con clase. Le tocó a Fernando Robleño y de él paseó el único trofeo de la tarde. La faena fue correcta, aunque la explosión llegó con un espadazo que fue lo que provocó la lluvia de pañuelos. Lo merecía en sí. Mejoró la cosa el ganadero con un segundo, que tuvo además poder y entrega en el engaño, lo tomaba por abajo con codicia y casta. Fue toro importante éste... De los míticos de Victorino que con 20 pases cuajados se pone la plaza bocabajo, porque pasado el tiempo el toro se orienta y la faena acaba a la deriva. Castaño manejó la situación en el primer tramo sobre todo por la derecha y al pasarse de metraje el toro comenzó a quedarse corto y la faena perdió esa intensidad y el rumbo.
En el polo opuesto, el toro imposible de la corrida, fue el tercero, se lo hizo pasar mal a todos los que se pusieron delante sin excepción. La prenda le cayó en suerte a Bolívar que pasó el trago como pudo. El sexto al menos descolgó, informal y pegajoso pero dejaba estar. Aprovechó las arrancadas el colombiano y le falló la espada. Robleño cumplió con un cuarto que iba y venía, sin clase y sin demasiada entrega. A Castaño fue a parar el otro toro con opciones. Un quinto, que no quiso ir al caballo, pero que tuvo mucho ritmo en la muleta y viajaba largo detrás de ella cuando el muletazo era limpio. El temple era todo. Y no siempre ocurrió. Fue un sí, un no, un tal vez, una faena larga... Hasta pronto Santander.
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