Televisión
«La víctima»: ¿Quién puede juzgar a un niño cuando se hace mayor?
El magistral drama producido por la BBC somete al espectador a una sucesión de incómodos dilemas éticos y morales.
El magistral drama producido por la BBC somete al espectador a una sucesión de incómodos dilemas éticos y morales.
Cómo olvidar la muerte de James Bulger. Tenía dos años, y sus dos asesinos poco más de diez. Las imágenes grabadas por las cámaras de seguridad de un centro comercial, en las que se veía a los perpetradores llevando de la mano al pequeño hacia el más terrible de los destinos, siguen siendo un símbolo paradigmático del potencial de los niños para la crueldad, y por tanto es imposible no pensar en ellas al hablar de «La víctima».
Creada por Rob Williams para la BBC, la miniserie también gira en torno al asesinato de un niño a manos de otro. Arranca 15 años después de los hechos, cuando la madre de la víctima (Kelly Macdonald) es perseguida por haber publicado un post en internet en el que acusa del asesinato a quien ahora es un conductor de autobuses (James Harkness); tras haber cumplido una condena de apenas siete años de cárcel, afirma el artículo, el hombre vive protegido por el sistema, oculto bajo una nueva identidad. Como consecuencia, durante la noche de Halloween un enmascarado agrede al conductor, también padre de familia, y casi acaba con su vida. El posible culpable se convierte en víctima.
Al sentar en el banquillo de los acusados a la madre del niño muerto y enfrentarla a quien podría ser el asesino, Williams se divierte torpedeando nuestras certezas y sumirnos en la duda. Es cierto que la administración de justicia en ningún caso debería guiarse por la sed de venganza, y que los criminales tienen derecho a la reinserción. Pero, ¿y si la condena no fue lo suficientemente contundente? Por otra parte ¿hasta qu punto una condena contundente facilita la reinserción de un menor? ¿Es sensato estigmatizar a un adulto por un crimen que cometió cuando era niño, antes de ser capaz de hacer distinciones nítidas entre lo que est bien y lo que est mal?
Juicio paralelo
De forma inevitable considerando su premisa, «La víctima» complica la maraña de consideraciones éticas mostrándonos hasta qué punto el sospechoso se ve sometido a la virulencia, tan humana y tan irracional, del juicio paralelo. No solo pierde su trabajo sino que, automáticamente, se ve señalado por sus vecinos, que le dan la espalda; también se convierte en blanco de constantes amenazas de muerte, y hasta los suyos pierden la confianza en él. Pese a que quizá no sea responsable de aquello por lo que se le acusa –y pese a que, si lo es, ya rindió cuentas a la Justicia por ello–, su vida ha quedado hecha añicos, y va a ser muy difícil pegar los pedazos.
La grandeza de «La víctima» es que va más allá de la intriga inherente a cualquier drama judicial –interrogantes básicos como el quién, el cómo y el porqué– para plantear preguntas incómodas que nunca obtendrán respuestas satisfactorias porque no hay nada que arregle la muerte de un niño, y porque el sistema es tan imperfecto como el ser humano mismo. Como afirma en una escena el detective encargado del caso (John Hannah), la madre «solo tiene derecho al dolor»; un dolor insuperable que solo encuentra cierto alivio en una escena muy controvertida que pone fin a la serie y que no deja indiferente a nadie, y mucho menos a aquellos espectadores que sean padres.
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